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miércoles, 15 de mayo de 2024

No Consideres Tu Propio Cuerpo

 Inspiración De Gracia


Y [Abraham] no se enflaqueció en la fe, ni consideró su cuerpo ya muerto (siendo ya de casi cien años), ni la matriz muerta de Sara.  Romanos 4:19, RVA

¿Qué debes hacer cuando sigues enfrentándote a los síntomas o incluso cuando el enemigo te sigue recordando de una y otra persona que no fueron sanados?  Continúa participando de la comunión de la Santa Cena y agradeciendo al Señor porque todo lo que necesitas para tu sanidad ya ha sido provisto para ti por medio de la cruz.

La Escritura nos dice que Cristo ya te ha redimido de la maldición de toda enfermedad y dolor. (Gálatas 3:13)  Cuando nuestro Señor Jesús instituyó la comunión de la Santa Cena, Él tomó la copa y “dio gracias”. (Mateo 26:27)  La palabra griega para dar gracias es eucharisteo, que significa “expresar gratitud”.

Por eso, la Santa Cena también se conoce como Eucaristía.  Tú das gracias por algo que ya está hecho, algo que ya has recibido.  Así que, incluso si los síntomas todavía están en tu cuerpo, tú puedes dar gracias y llamarte a ti mismo sanado, porque Su Palabra declara que “por Sus llagas fuimos nosotros sanados.” (Isaías 53:5)

No intentes “obtener” sanidad para ti o tu ser querido.  ¡La sanidad ya es tuya!  El enemigo ha sido despojado. (Colosenses 2:15)  Jesús ya te ha dado salud divina.  Recuerda esto siempre: como creyente, tú no luchas por la victoria; tú luchas desde la victoria.

Amigo, seamos como Abraham, que estaba convencido de que Dios podía hacer lo que Él había prometido.  Incluso aunque Abraham era ya de edad muy avanzada, él creyó la promesa de Dios de que Él lo haría padre de muchas naciones y no consideró su propio cuerpo, ni la matriz muerta de su esposa Sara.

Y ustedes conocen la historia: Isaac le nació a Abraham cuando él ya tenía cien años (Génesis 21:5) y cuando Sara tenía unos noventa.  En lo natural, eso era imposible ya que ambos habían pasado la edad natural para tener hijos.

Pero Abraham no consideró la muerte de su propio cuerpo; él consideró la promesa de Dios.  Romanos 4:20–21 nos dice que “respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo.”

De la misma manera, quiero animarte a ser como Abraham.  No consideres los síntomas de la enfermedad en tu cuerpo.  En cambio, fija tus ojos en nuestro Señor Jesús y considera la promesa en la Palabra de Dios, que declara que por las llagas de Jesús tú ya estás sano.  Sigue tomando la Santa Cena con fe, agradeciendo a Jesús que Su cuerpo fue destruido para que el tuyo esté sano.  Y mientras la tomas, tal como los hijos de Israel, prepárate y sigue esperando tu liberación física.

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince 

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