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lunes, 28 de octubre de 2024

La Ley Pide, La Gracia Da

 Inspiración De Gracia


Dios los salvó por Su gracia cuando creyeron.  Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.  La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.  Efesios 2:8-9, NTV

En Lucas 18, leemos acerca de un joven rico que se acercó a Jesús y le dijo: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Lucas 18:18)  Yo creo que a través de esta historia, el Señor quiere ayudarnos a comprender que nosotros podemos ser justificados solo por la fe y no por nuestras obras.

La justificación por la fe produce esperanza, paz y gozo, y un corazón para Jesús que resulta en buenos frutos.  Intentar ser justificado por las obras produce temor, ansiedad e incapacidad para producir frutos duraderos.

Cuando el joven rico llegó queriendo ser justificado por sus obras, el Señor le dio la ley para llevarlo hasta el fondo de sí mismo.  Jesús le dijo al joven rico que pensaba que había guardado todas las leyes: “Te falta todavía una cosa; vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.”

Al joven rico le faltaba una cosa.  El primer mandamiento es: “No tendrás otros dioses delante de Mí.” (Éxodo 20:3)  Sin embargo, el dinero era su dios —él se alejó muy triste cuando el Señor le pidió que vendiera todo lo que tenía. (Lucas 18:20-23)

No hay constancia de que él haya dado siquiera un centavo a los pobres.  Pero mira lo que sucedió cuando Jesús se invitó a Sí mismo a la casa de Zaqueo.  Ni un solo mandamiento fue dado, solo pura gracia.  ¡Y esto resultó en que Zaqueo dio la mitad de su riqueza a los pobres y se comprometió públicamente a devolver cuatro veces más a todos los que les había robado!

La ley pide, la gracia da.

La ley pide y esto resulta en temor, culpa y tristeza.  La gracia da y esto produce generosidad, santidad y transformación interior del corazón.

Ahora, dime, ¿qué evangelio debemos predicar?  ¿La justificación por obras por medio de la ley?  ¿O la justificación por la fe mediante el poder de la gracia de Dios?

Desafortunadamente, hay muchos creyentes que, después de ser salvos, son enseñados y creen, como el joven rico, que ellos pueden ser justificados ante Dios solo por sus obras.  Ellos terminan conscientes de estarle fallando a Él y con una expectativa aterradora del castigo y el juicio de Dios.

Cada cosa mala que les sucede refuerza ese temor.  Incluso cuando las cosas van bien, ellos temen perder las bendiciones o la protección de Dios debido a un error que acaban de cometer.

¿El resultado?  Inseguridad, pavor, ansiedad y todo tipo de temores se convierten en compañeros constantes que les roban la alegría de vivir, y mucho menos vivir la vida con confianza y esperanza.

Amado, ningún hombre puede cumplir con las demandas de la ley y ser justificado.  Nosotros solo podemos ser justificados por la fe en la sangre del Cordero.  Si tú no estás anclado en esta verdad y si tu conciencia no está lavada por la sangre del Cordero, tú siempre estarás temeroso.

Nuestra justificación es por fe y para fe, no por fe en la obras.  ¡Esto “se logra del principio al fin por medio de la fe” y solo por la fe! (Romanos 1:17, NTV)

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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