Inspiración De Gracia
En Él tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia. Efesios 1:7
Cuando era un joven creyente, me enseñaron que a menos que confesara todos mis pecados, yo no sería completamente perdonado por Dios. Incluso me dijeron que si alguien muere sin haber confesado todos sus pecados, esta persona terminará en el infierno.
Bueno, esa enseñanza me puso bajo una fuerte atadura. Yo realmente creía que tenía que confesar todo lo que pensaba que había hecho mal, incluidas las preocupaciones, los temores y las dudas, porque sabía que “todo lo que no procede de fe, es pecado.” (Romanos 14:23)
Si tú realmente crees que necesitas confesar todos tus pecados para ser completamente perdonado por Dios, ¡estarás confesando tus pecados todo el tiempo y donde quiera que vayas! ¡Yo lo intenté y fue imposible! ¡Hacer eso casi me vuelve loco!
Pero Pastor Prince, ¿está diciendo que no tenemos que confesar nuestros pecados? Entonces, ¿qué hay de 1 Juan 1:9, que dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”?
Escucha con atención: los cristianos han sacado este versículo de contexto y han construido una doctrina completa de confesión de pecados alrededor de él, cuando en realidad, el capítulo 1 de 1 Juan fue escrito para abordar a los gnósticos y sus herejías que se habían infiltrado en la iglesia.
Los gnósticos eran no creyentes que sostenían que ellos no tenían pecado. (1 Juan 1:8) Entonces Juan estaba diciendo que si ellos confesaban que tenían pecado y, por lo tanto, veían su necesidad del Salvador, Dios sería fiel y justo para limpiarlos de toda maldad.
¿Puedes ver ahora cómo esto no se aplica al creyente que ya ha reconocido que es un pecador y ha aceptado a Jesús? Nosotros no debemos vivir de confesión en confesión, sino de fe en fe en Jesucristo y Su obra terminada.
Además, nuestro amoroso Padre celestial no nos perdona a plazos dependiendo de cuán diligentes somos en confesar nuestros pecados. La comunión con Él no se rompe porque nuestro perdón no depende de lo que nosotros hacemos. Nuestro perdón depende de la obra terminada de Jesús.
Ahora bien, esto no significa que nosotros no podamos ser honestos con Dios y reconocer el mal que hemos hecho. Después de todo, es una relación.
Pero nosotros no confesamos nuestros pecados con el fin de ser perdonados. Nosotros confesamos nuestros pecados o hablamos abiertamente con nuestro Padre misericordioso porque ya fuimos perdonados. Yo no voy ante Él suplicando perdón. No, yo hablo con Él porque sé que yo ya tengo Su perdón, como dice la escritura de hoy. Yo sé que puedo acercarme a Él con confianza —Él es mi Dios, mi Papá Dios.
Entonces, la confesión en el nuevo pacto es simplemente ser honesto acerca de tus faltas y tu humanidad, y tener una relación íntima con Dios. Este es el resultado de ser perdonado y no algo que haces para ser perdonado, para mantener tu salvación y para ser salvo al final.
Si la confesión de pecados es vital para nuestro perdón, entonces el apóstol Pablo, quien escribió dos tercios de las epístolas del Nuevo Testamento, ha cometido una gran injusticia contra nosotros porque él no lo mencionó ni una sola vez en ninguna de sus cartas a las iglesias.
Por ejemplo, cuando había personas en la iglesia de Corinto viviendo en pecado y todos en la iglesia lo sabían, él no dijo: “Ve y confiesa tus pecados.” En cambio, él les recordó su justificación, diciendo: “¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes?” (1 Corintios 6:19, NTV) A pesar de sus pecados, Pablo todavía los consideraba templos del Espíritu Santo y les recordó esta verdad.
Amigo, esta es la confianza que tú puedes tener hoy: el día en que reconociste que eras un pecador y confesaste a Cristo como tu Señor y Salvador, tú “confesaste todos tus pecados” de una vez por todas. Y Dios fue fiel y justo para limpiarte de toda maldad.
Toda la injusticia de tu vida entera fue limpiada en ese momento y por medio del regalo de la justicia en Cristo Jesús, ¡tú fuiste establecido para reinar en la vida!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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