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martes, 4 de julio de 2023

La Libertad Que Jesús Da

 Inspiración De Gracia


Entonces en su angustia clamaron al Señor y Él los salvó de sus aflicciones; los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte y rompió sus ataduras.  Salmos 107:13-14

Dado que la gracia es la persona que fue clavada en la cruz para nuestra redención, la gracia imparte esperanza a los desesperados y ayuda a los desamparados.  Cuando tú estás agotado, derribado, aplastado, exhausto y a punto de rendirte, la gracia es la mano que te saca del pozo fangoso de la derrota.  La gracia es la provisión que inunda cada grieta de necesidad.

Dean de Maryland me escribió para compartir cómo su vida fue transformada por esta verdad.  En una carta de doce páginas, él describió su batalla de toda la vida con sentimientos de rechazo, abandono, insuficiencia, miedo y pensamientos suicidas que lo llevaron a la adicción a la bebida y las drogas.  En las garras de las metanfetaminas durante nueve años, él perdió el control mientras entraba y salía de la prisión.

El cambio en la vida de Dean sucedió cuando él comenzó a escuchar acerca de la gracia de Dios.  Él dijo: “Querido pastor Prince, me emociona mucho compartir con usted el cambio radical que ha ocurrido en mi vida en el último año.”

“He estado viendo su programa de televisión durante un tiempo y he leído Destinado Para Reinar, Favor Inmerecido y El Poder De Creer Correctamente.  Estas son mil páginas con un mensaje —gracia.  No sé cómo me lo perdí todos estos años.  Sus enseñanzas sobre la gracia y la verdad han sido tan revolucionarias para mí, y quiero agradecérselo personalmente.”

En pocas palabras, la revolución en su vida comenzó con una revelación de la gloriosa gracia de Dios.  Dean dijo:

Yo comencé a ver en las Escrituras la sencillez del evangelio de Cristo y la revelación de la gracia de Dios comenzó a transformarme de adentro hacia afuera.  Me arrepentí, cambiando mi forma de pensar, y eso comenzó a cambiar lo que había estado creyendo.  Mis emociones y comportamiento empezaron a cambiar sin esfuerzo.

Yo no tuve que intentar sentirme bien o actuar bien; solo lo hice, y todavía lo hago.  Y aunque todavía tengo mis momentos, estos son cada vez menos y más esporádicos.

Me di cuenta de que todo lo que tenía que hacer era enfocarme en la obra terminada de Jesús en la cruz, y mantener mis ojos y mis oídos abiertos a Su evangelio, las buenas nuevas de la gracia.  Y estaba viendo cosas que nunca antes había visto en la Palabra y comprendía lo que significa la gracia, y cómo esta verdad nos hace libres.  Comencé a darme cuenta de que la gracia es un favor inmerecido y que no había nada que yo pudiera hacer para ganar o volver a ganar este favor inmerecido en mi vida, independientemente de mis pecados o mis esfuerzos por hacer bien las cosas.  Comencé a darme cuenta de que soy altamente favorecido y aceptado en la amada familia de mi Señor.

Cuando era niño, yo creía en Jesús como mi Salvador.  Conocía muchas de las historias de la Biblia.  Yo fui a la iglesia.  Pero viví una vida con una mentalidad de esclavo y huérfano durante más de treinta años, porque no podía simplemente comprender o creer toda la verdad de la gracia de Dios —esta gracia, que es el poder de Dios para salvación, esta gracia, que es la luz que brilla en la oscuridad.

Yo podía aceptar que era Su hijo para siempre y que iría al cielo, pero debido a mis repetidas faltas, yo creía que nunca tendría amor,  favor y aceptación en esta vida.  Yo creí que tenía que sufrir por mis errores.  Finalmente, yo creí que tenía que cargar mis faltas hasta el cielo, resultando en tanto dolor y daño que casi me aplasta hasta la muerte.

Mientras escribo esto, yo he sido liberado del abuso de alcohol y drogas durante más de dos años y he sido liberado de la dependencia de los medicamentos durante más de un año.  La mayor parte de mi vida, odié irme a la cama porque daba vueltas y vueltas atormentado, pensando en todas mis faltas y debilidades.  Yo odiaba despertarme porque sabía que todo empezaría de nuevo.

En el último año, todo eso ha cambiado.  Me acuesto sin pensar en mi pasado.  No puedo esperar a despertarme cada mañana, esperando más de Su gracia.  La culpa, la vergüenza, el aplastante peso de la condenación y la incesante depresión a causa del miedo, el fracaso y el castigo han desaparecido como la oscuridad ante la luz del sol naciente.

Amigo, quiero animarte a creer que tú también puedes experimentar la libertad que Jesús da.  Dean experimentó la victoria sobre la derrota en su vida y también puedes hacerlo.  Independientemente de lo que te esté deprimiendo, ya sean episodios frecuentes de depresión, dudas, miedo o un hábito destructivo, hay una persona que tiene el poder para cambiar todo para tu bien y romper todas las ataduras.  Su nombre es Jesús.

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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