Inspiración De Gracia
Y
tenía que pasar por Samaria. Llegó,
pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar… y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó
junto al pozo. Era como la hora sexta. Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y
Jesús le dijo: “Dame de beber.” Juan 4:4-7
Quiero animarte a leer la
excepcional historia de la mujer samaritana en Juan 4. Considerada
como una mujer con un pasado sombrío, se hablaba mal de ella en su aldea y probablemente
la rechazaban por ser una destructora de hogares, una “ladrona de maridos.”
Ahora, la suya no es una historia de
ficción. Ella era una persona real, como tú y yo. Sus
problemas y dolor, como muchos de los nuestros, eran reales y la acosaban todos
los días... ¡hasta que ella encontró a un
Salvador completamente real!
A pesar de la costumbre de los judíos de esa
época de evitar cualquier contacto con los samaritanos, a quienes percibían
como inferiores espiritualmente, Juan registra que mientras Jesús viajaba de
Judea a Galilea, Él “tenía que pasar por
Samaria.” (Juan 4:4, NTV)
Haz una pausa conmigo y piensa en estas
palabras por un momento: Tenía
que. Necesitaba. Debía. Palabras que
hablan no solo de necesidad, sino que subrayan una firme determinación, ¡e incluso urgencia! Jesús había programado deliberadamente una cita divina con la mujer en el
pozo, aunque ella no sabía nada al respecto.
Sabemos por el relato que esta mujer
solitaria, condenada al ostracismo, tuvo una conversación con Jesús en el pozo,
la cual transformó su vida. Pero no te equivoques —no fue ella quien
buscó a Jesús para hablar con Él. Fue el Salvador quien persiguió a quien otros rechazaron.
¿Sabes que Él todavía está haciendo eso
hoy? ¿Tienes tú un pasado del que estás
avergonzado? ¿Estás luchando por superar algo que sabes que te está
destruyendo? ¿Te sientes completamente solo y que nadie comprende el
dolor por el que estás pasando?
Quiero que sepas que Jesús no ha cambiado. Tal como lo fue para la mujer
samaritana, el amoroso Salvador continúa siendo tu ayuda presente en tus momentos de necesidad. (Salmos 46:1)
Él conoce el sufrimiento, la vergüenza y las
luchas por las que estás pasando en este momento. E incluso, si lo
que estás pasando es una consecuencia de las malas decisiones y los errores que
has cometido en tu vida, Él no te deja
ni te abandona. ¡No —mil veces no!
Él sale del camino para tener una cita
personal contigo, para restaurarte y rescatarte. El hecho de que tú
estés leyendo esto ahora mismo es una confirmación de que Jesús se está acercando a ti con Su amor, Su gracia y Su perdón.
Habla con Él como lo hizo la
mujer. Prueba y toca Su
gracia y compasión por ti como ella lo hizo. Y como ella,
descubre el perdón, la libertad y la fuerza de Jesús para caminar hacia un
nuevo futuro brillante.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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