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jueves, 11 de agosto de 2022

Cada Condición De Cada Parte

 Inspiración De Gracia


“Y comerán la carne esa misma noche, asada al fuego, y la comerán con pan sin levadura y con hierbas amargas. No comeréis nada de él crudo ni hervido en agua, sino asado al fuego, tanto su cabeza como sus patas y sus entrañas.”  Éxodo 12:8-9

Si tú estás confiando en el Señor para recibir un milagro de sanidad hoy, quiero afianzar tu corazón con esta verdad simple pero vital: No hay exclusiones y condiciones para el poder sanador de Dios.  No hay exclusión alguna en la obra terminada de Cristo.  Su cobertura lo abarca todo y es perfectamente completa, ¡y cada condición ha sido cubierta!

Quiero resaltar una verdad poderosa que encontramos en los versículos anteriores.  ¿Por qué Dios mencionó específicamente que el cordero debía ser asado al fuego con su cabeza, sus patas y sus entrañas?  Yo creo que Él quiere que tú veas que Jesús, tu Cordero Pascual, llevó cada condición de cada parte de tu cuerpo.  No hay enfermedad, herida o dolor que Él no haya cargado en Su propio cuerpo en la cruz.

Los israelitas habían vivido bajo la cruel y estresante opresión de sus amos esclavistas y el horror del infanticidio.  Quizás algunos de ellos sufrieron un trastorno de estrés postraumático o tuvieron ataques de pánico recurrentes.  Quizás algunos tenían dolores crónicos y discapacidades físicas por haber sido tratados brutalmente por sus amos esclavistas.  Pero cualquiera que fuera la condición que ellos pudieran haber sufrido, yo creo que ellos fueron sanados mientras comían la cabeza, las patas y las entrañas asadas del cordero.

Cualquiera que sea la aflicción que tú puedas tener en cualquier parte de tu cuerpo, quiero que sepas que cada condición fue llevada por Jesús en la cruz.  Si bien Dios instruyó específicamente a los hijos de Israel que se comieran la cabeza del cordero pascual con sus patas y sus entrañas, todo el cordero fue asado.  Esto significa que no importa contra qué enfermedad estés luchando hoy, Jesús ya la tomó sobre Sí Mismo.

Hoy, te animo a recibir la Santa Cena recordando el perfecto amor de nuestro Señor Jesús y lo que Su obra terminada consiguió para ti.

Tu parte es mantenerte participando del canal de salud divina que Él te ha dado hasta que veas la manifestación de tu victoria.  Tu parte es levantar tus manos a Él y decirle: “Señor Jesús, yo recibo Tu sanidad.  Por los latigazos que cayeron sobre Ti, cada parte de mi cuerpo —cada célula, cada órgano— es sanado y funciona en su eficiencia máxima.  Gracias, Jesús, por Tu sanidad.”

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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