Inspiración De Gracia
“Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las
cosas que Dios ha preparado para los que le aman”. 1 Corintios 2:9
Palabras crueles dichas con ira. Una traición a la confianza. Promesas rotas. Una relación destructiva que sabías que no
debías haber entablado.
¿Has andado por esos oscuros senderos? Hay tanta gente que está viviendo a la sombra
de la culpa y la condenación. Los
errores de su pasado los persiguen y es un viaje dolorosamente solitario y difícil
para ellos.
Quizás el paralítico del libro de Marcos, a quien sus
cuatro amigos fieles bajaron en la camilla a través de una abertura en el
techo, entendió un poco de esto. La
Biblia nos dice que él estaba paralizado a tal punto de que yacía en una
camilla, que fue como sus amigos lo cargaron hasta la casa en la que estaba
Jesús.
Con el hombre yaciendo inerte en su camilla, sus cuatro
amigos lo bajaron por una abertura en el techo, justo en frente de Jesús —la
única manera que hallaron para llevar a su amigo lisiado ante Jesús y asegurar
su sanidad. La Escritura nos dice que
cuando Jesús vio su fe, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. (Marcos 2:5)
Para todos los que estaban viendo esta escena
desarrollarse ese día, debe haber parecido algo muy extraño que Jesús dijera —“tus pecados te son perdonados”. El hombre estaba claramente paralizado. Obviamente, él estaba allí para ser sanado. ¿Qué tenía que ver el perdón con su condición
o su sanidad?
Pero Jesús sabía que era exactamente lo que este pobre
hombre necesitaba escuchar para que su sanidad se manifestara. Y de hecho, ante las siguientes palabras de
Jesús, “¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete
a tu casa!”, el hombre paralítico “se
levantó de un salto, tomó su camilla y salió canimando entre los espectadores,
que habían quedado atónitos”. (Marcos 2:11-12 NTV ).
¿Qué había ocurrido? Jesús vio, cuando nadie más podía hacerlo, que
el hombre necesitaba escuchar que él era perdonado, que Dios no lo estaba
condenando. Y esas palabras le abrieron
la puerta a su sanidad y lo liberaron de su parálisis.
No es de extrañar que los espectadores se quedaran
atónitos —¡el hombre pasó de estar inmóvil e indefenso a ser activo, fuerte y
completamente funcional, delante de sus ojos!
Querido amigo, si tú estás paralizado por un fuerte
sentimiento de condenación por algo en tu pasado, quiero que sepas sin lugar a
dudas que Dios no está reteniendo tu rompimiento, avance o libertad. Él te ama, comprende tu dolor y tu sufrimiento,
y te ha perdonado a través de la cruz. Él
quiere que sepas que tu pasado no tiene por qué envenenar tu futuro.
No importa cuántos días oscuros hayas experimentado, Dios
ha preparado muchas maravillosas puertas abiertas de oportunidad, favor y buen
éxito para que tú puedas pasar por ellas en los días venideros. Tus días más brillantes y gloriosos aún están
por delante.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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