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martes, 16 de marzo de 2021

El Perdón Abre La Puerta

 Inspiración De Gracia


“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”.  1 Corintios 2:9

Palabras crueles dichas con ira.  Una traición a la confianza.  Promesas rotas.  Una relación destructiva que sabías que no debías haber entablado.

¿Has andado por esos oscuros senderos?  Hay tanta gente que está viviendo a la sombra de la culpa y la condenación.  Los errores de su pasado los persiguen y es un viaje dolorosamente solitario y difícil para ellos.

Quizás el paralítico del libro de Marcos, a quien sus cuatro amigos fieles bajaron en la camilla a través de una abertura en el techo, entendió un poco de esto.  La Biblia nos dice que él estaba paralizado a tal punto de que yacía en una camilla, que fue como sus amigos lo cargaron hasta la casa en la que estaba Jesús.

Con el hombre yaciendo inerte en su camilla, sus cuatro amigos lo bajaron por una abertura en el techo, justo en frente de Jesús —la única manera que hallaron para llevar a su amigo lisiado ante Jesús y asegurar su sanidad.  La Escritura nos dice que cuando Jesús vio su fe, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. (Marcos 2:5)

Para todos los que estaban viendo esta escena desarrollarse ese día, debe haber parecido algo muy extraño que Jesús dijera —“tus pecados te son perdonados”.  El hombre estaba claramente paralizado.  Obviamente, él estaba allí para ser sanado.  ¿Qué tenía que ver el perdón con su condición o su sanidad?

Pero Jesús sabía que era exactamente lo que este pobre hombre necesitaba escuchar para que su sanidad se manifestara.  Y de hecho, ante las siguientes palabras de Jesús, “¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!”, el hombre paralítico “se levantó de un salto, tomó su camilla y salió canimando entre los espectadores, que habían quedado atónitos”. (Marcos 2:11-12 NTV ).

¿Qué había ocurrido?  Jesús vio, cuando nadie más podía hacerlo, que el hombre necesitaba escuchar que él era perdonado, que Dios no lo estaba condenando.  Y esas palabras le abrieron la puerta a su sanidad y lo liberaron de su parálisis.

No es de extrañar que los espectadores se quedaran atónitos —¡el hombre pasó de estar inmóvil e indefenso a ser activo, fuerte y completamente funcional, delante de sus ojos!

Querido amigo, si tú estás paralizado por un fuerte sentimiento de condenación por algo en tu pasado, quiero que sepas sin lugar a dudas que Dios no está reteniendo tu rompimiento, avance o libertad.  Él te ama, comprende tu dolor y tu sufrimiento, y te ha perdonado a través de la cruz.  Él quiere que sepas que tu pasado no tiene por qué envenenar tu futuro.

No importa cuántos días oscuros hayas experimentado, Dios ha preparado muchas maravillosas puertas abiertas de oportunidad, favor y buen éxito para que tú puedas pasar por ellas en los días venideros.  Tus días más brillantes y gloriosos aún están por delante.

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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