Inspiración De Gracia
Y [Abraham]
no se enflaqueció en la fe, ni consideró su cuerpo ya muerto (siendo ya de casi
cien años), ni la matriz muerta de Sara.
Romanos 4:19, RVA
¿Qué debes hacer cuando sigues
enfrentándote a los síntomas o incluso cuando el enemigo te sigue recordando de
una y otra persona que no fueron sanados? Continúa participando de la Santa Cena y
agradeciendo al Señor porque todo lo que necesitas para tu sanidad ya ha sido
provisto por medio de la cruz.
La Escritura nos dice que Cristo ya te ha redimido de la maldición de toda enfermedad y dolor.
(Gálatas 3:13) Cuando nuestro Señor
Jesús instituyó la Santa Cena, Él tomó la copa y “dio gracias”. (Mateo 26:27) La palabra griega para dar gracias es eucharisteo,
que significa “expresar gratitud”.
Por eso, la Santa Cena también se conoce como Eucaristía. Tú das gracias por algo que ya está hecho, algo
que ya has recibido. Así que, incluso si
los síntomas todavía están en tu cuerpo, tú puedes dar gracias y llamarte a ti
mismo sanado, porque Su Palabra declara que “por
Sus llagas fuimos nosotros sanados”. (Isa. 53:5)
No intentes “obtener” sanidad para ti o tu ser querido. ¡La sanidad ya es tuya! El enemigo ha sido conquistado. (Col. 2:15) Jesús ya
te ha dado salud divina. Recuerda
siempre esto: como creyente, tú no luchas por la victoria; tú luchas desde la victoria.
Amigo, seamos como Abraham, que estaba convencido de que
Dios podía hacer lo que Él había prometido. Incluso aunque Abraham era ya de edad muy
avanzada, él creyó la promesa de Dios de que Él lo haría padre de muchas
naciones y no consideró su propio cuerpo,
ni la matriz muerta de su esposa Sara.
Y ustedes conocen la historia: Isaac le nació a Abraham
cuando él ya tenía cien años (Génesis 21:5) y cuando Sara tenía unos noventa. En lo natural, eso era imposible ya que ambos
habían pasado la edad natural para tener hijos.
Pero Abraham no consideró la muerte de su propio cuerpo; él
consideró la promesa de Dios. Romanos 4:20–21
nos dice que “respecto a la promesa de
Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando
gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había
prometido, poderoso era también para cumplirlo”.
De la misma manera, quiero animarte a ser como Abraham. No
consideres los síntomas de la enfermedad en tu cuerpo. En cambio, fija tus ojos en nuestro Señor
Jesús y considera la promesa en la Palabra de Dios, que declara que por las llagas
de Jesús tú ya estás sano. Sigue tomando la Santa Cena con fe, agradeciendo
a Jesús que Su cuerpo fue quebrado para que el tuyo esté sano. Y mientras la tomas, tal como los hijos de
Israel, prepárate y sigue esperando tu liberación física.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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