Inspiración De Gracia
Compasivo y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en
misericordia… No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado
conforme a nuestras iniquidades. Porque como están de altos los cielos sobre la
tierra, así es de grande Su misericordia para los que le temen. Como
está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras
transgresiones. Salmos 103:8, 10-12
Cuando visité el
Monte de las Bienaventuranzas en Israel hace algún tiempo, el Señor abrió mis
ojos para ver por primera vez cómo Él se había encontrado con el hombre leproso en Mateo
8. Después de predicar a las multitudes, nuestro Señor no bajó la
montaña hacia ellos. Nuestro Señor en realidad bajó la montaña
caminando en otra dirección, muy probablemente en dirección a Capernaúm. (Mateo
8:5)
Ese día, mientras
tomaba un camino que bajaba de la montaña hacia Capernaúm, vi losas de piedra
esparcidas a lo largo del pie de la montaña. Estas losas de piedra
tienen el tamaño perfecto para que un hombre camine agachado entre ellas y
encuentre refugio. En ese mismo momento, tuve la revelación de cómo
el hombre leproso pudo haberse escondido debajo de una de estas losas por temor
a ser descubierto por la gente, y cómo nuestro Señor Jesús supo que el hombre
estaba allí escondido y deliberadamente fue a buscarlo antes de que las
multitudes lo alcanzaran.
En los días de
Jesús, los leprosos eran excluidos y aislados conforme a la ley de
Moisés. Debido a que ellos estaban conscientes de lo impuros que
eran y de lo que la ley requería de ellos, su respuesta natural era retirarse y
esconderse.
Pero esconderse no
le dio al hombre leproso la sanidad y restauración que él
necesitaba. Afortunadamente, escuchar
acerca de la bondad de Dios —cómo Dios quería ser un Padre amoroso para él y
ocuparse de todas sus necesidades— lo sacó de su escondite y lo llevó a buscar
al Señor por su milagro. Esto cambió su mente de ver a un Dios que
excluía y condenaba a las personas inmundas, a ver a un Dios que los amaba sin
importar su condición. Este cambio
de mentalidad iluminó su fe y puso valor en su corazón para buscar y
recibir la sanidad que tan desesperadamente deseaba.
Como el hombre
leproso al comienzo de su historia, tú podrías también estar escondiéndote de
Dios hoy. Tal vez has estado luchando con una adicción o un ciclo de
derrota del que parece que no puedes salir. Tal vez has sido víctima
de abuso sexual y te culpas a ti mismo por ello. Tal vez hayas
tenido un matrimonio o un negocio fallidos, o has tomado una mala decisión que
te ha llevado a una pérdida. Y tal vez tu fracaso te ha hecho evitar
a Dios, evitar ir a la iglesia y evitar a las personas en general.
Amado, sea lo que
sea que te haga sentir “impuro” o descalificado hoy, Dios quiere que cambies tu
opinión acerca de Él y en lugar de esconderte de Él, ¡corras hacia Él!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph Prince
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