Inspiración De Gracia
En justicia serás establecida. Estarás lejos de la opresión, pues no temerás,
y del terror, pues no se acerará a ti. Isaías 54:14
Es importante que tú estés
establecido en la justicia de Cristo, porque esto determinará cómo responderás
a la voz de la acusación cuando estés esperando en Dios por cosas grandes y
confiando en Él la respuesta a tus oraciones.
“¿Quién te crees
que eres?”
“¿No recuerdas cómo
le gritaste a tu cónyuge esta mañana? ¿Por qué debería Dios darte
gracia hoy en esa presentación importante en tu oficina?”
“Mira con qué
facilidad pierdes la calma en la carretera. ¿Cómo puedes tener el
descaro de esperar que te sucedan cosas buenas?”
“¿Te llamas a ti
mismo un cristiano? ¿Cuándo fue la última vez que leíste tu
Biblia? ¿Qué has hecho para Dios? ¿Por qué debería Dios sanar
a tu hijo?”
¿Te suenan
horrorosamente familiares estas acusaciones? Ahora, la forma en que
respondas a esta voz de acusación expondrá lo que tú realmente crees. Esta
es la prueba de fuego de lo que tú crees. ¡Es aquí donde las ruedas se
topan con el camino!
Una persona podría pensar: “Sí, tienes
razón. No lo merezco. ¿Cómo podría esperar que el favor
de Dios esté conmigo durante mi presentación en la oficina cuando fui tan duro
con mi esposa esta mañana?” Ahora, esa es la respuesta de alguien
que cree que necesita ganarse su
propia justicia y su lugar de aceptación delante de Dios. Esta
persona cree que solo puede esperar
recibir algo bueno de Dios cuando su conducta es buena y su propia lista de
verificación de requisitos autoimpuestos son cumplidos perfectamente.
Él probablemente
llegaría a su oficina, todavía furioso con su esposa. Lo peor de
todo, él se sentiría apartado de la
presencia de Jesús debido a su enojo y pensaría
que no califica para pedir el favor de Dios para su
presentación. Entraría en la sala de juntas desaliñado y
desorganizado. Olvidaría sus puntos y balbucearía, haciendo que su
empresa perdiera esa cuenta importante. Sus jefes estarían
decepcionados de él y lo reprenderían grandemente.
Frustrado y
avergonzado, él conduciría a casa como loco, haciendo sonar la bocina a cada
automóvil que no se mueva en el mismo instante en que los semáforos se ponen en
verde. Cuando llegara a casa, él estaría aún más molesto con su
esposa porque la culparía a ella de ponerlo de mal humor en la mañana, por su
terrible presentación y por haber perdido esa cuenta tan
importante. ¡Todo es culpa de ELLA!
Ahora, observa la
diferencia si esta persona pensara:
“Sí, tienes razón. No merezco tener el favor de Dios en absoluto
porque perdí los estribos con mi esposa esta mañana. ¿Pero sabes
qué? Yo no estoy pidiendo lo
que merezco. Yo estoy pidiendo lo que Jesús se merece. Incluso
ahora mismo, Jesús, te doy gracias porque Tú me ves perfectamente
justo. Debido a la cruz y a Tu sacrificio perfecto, yo puedo esperar tener el favor inmerecido de Dios
en mi presentación. Cada uno de mis defectos, incluso el tono que
usé esta mañana con mi esposa, está cubierto por Tu justificación. ¡Yo
puedo esperar cosas buenas no porque
yo sea bueno, sino porque TÚ eres bueno! ¡Amén!”
¿Ves que diferencia
tan asombrosa? Esta
persona está establecida en la
justicia de Jesús y no en sus propias buenas acciones o su buen
comportamiento. Él va a trabajar dependiendo del favor inmerecido de Jesús, logra hacer una muy buena
presentación y consigue una gran cuenta para su empresa. Sus jefes
están impresionados por su desempeño y lo registran para los próximos
ascensos. Él conduce a casa con paz y alegría, sintiendo el amor y
el favor del Padre con él. En consecuencia, es más paciente con los
otros conductores.
Ahora, ¿significa
esto que él escondió todas sus fallas debajo de la alfombra y ahora finge que
nunca sucedieron? ¡De ninguna manera! Este hombre, totalmente
consciente de que el Señor está
con él, encontrará en Cristo la fuerza para disculparse con su esposa por
el tono que usó con ella anteriormente. Verás, un corazón que ha
sido tocado por el
favor inmerecido no puede aferrarse a la falta de perdón, la ira y la
amargura.
¿Cuál de los
relatos anteriores demuestra la verdadera santidad? Por supuesto, el
segundo relato. Depender del
favor de Dios resulta en una vida de santidad práctica. ¡Creer
correctamente siempre conduce a vivir correctamente!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph Prince
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