Inspiración De Gracia
… Fue desfigurada Su apariencia
más que la de cualquier hombre, y Su aspecto más que el de los hijos de los
hombres. Isaías 52:14
Nuestro Señor Jesús eligió el pan y el vino como los elementos de la
Santa Cena porque son recordatorios prácticos y visuales de lo que le sucedió a
Él cuando fue a la cruz. Tanto el grano como las uvas
tienen que pasar por un proceso de pulverización antes de se pueda obtener pan
o vino.
No se obtiene vino
simplemente comiendo uvas. Primero hay que machacar las uvas y
triturarlas por completo. Luego estas se dejan en la oscuridad para que
fermenten. Eso es lo que le sucedió a nuestro Señor Jesús.
Es importante que nosotros
discernamos el cuerpo del Señor para nuestra salud. Cada vez que
participes de Su cuerpo partido al comer el pan, no te apresures para
terminar. Participa con una
revelación de lo que Él hizo por ti y medita en el proceso por el que tuvo que
pasar el pan.
Para obtener pan en
el tiempo de Jesús, las espigas de trigo primero tenían que ser trilladas, ya
sea golpeándolas (Jueces 6:11) o con el uso de un trillo (Isaías 41:15).
Este era un proceso violento que involucraba golpear, triturar y cortar
el trigo para separar el grano de las espigas. Luego, el grano tenía que
ser molido en una piedra de molino o batido en un mortero para obtener harina.
Después de esto, se debía agregar agua, y luego la harina era amasada y
golpeada hasta convertir la masa para ser horneada al fuego.
Todo esto es una
imagen de lo que le sucedió a nuestro Señor Jesús. Para convertirse en el Pan
de Vida para ti y para mí, Él fue brutalmente golpeado y herido una
y otra vez durante Su juicio y crucifixión. Cuando fue condenado por
el sumo sacerdote y el Sanedrín, ellos se burlaron de Él, lo escupieron y lo
golpearon. Le vendaron los ojos y lo golpearon en el rostro. (Lucas
22:63–64; Marcos 14:65) Luego, Él fue enviado a Poncio Pilato, quien hizo
que los soldados romanos lo azotaran salvajemente. (Mateo 27:26) Después,
ellos le pusieron un manto escarlata en Su cuerpo golpeado, trenzaron una
corona de espinas y la ensartaron en Su cabeza. Pusieron una vara en Su
mano derecha, se arrodillaron ante Él y se burlaron de Él. Le escupieron,
tomaron la vara y lo golpearon en la cabeza una y otra vez, clavando las
espinas más y más profundamente en Su carne con cada golpe. “Cuando al
fin se cansaron de hacerle burla,” lo llevaron para crucificarlo.
(Mateo 27:27–31, NTV)
Todo eso fue antes
de que Su cuerpo fuera clavado en la cruz. Nosotros nunca podremos imaginar o comprender completamente la horrible
tortura, la humillación degradante y el dolor insoportable que nuestro Salvador
soportó por nuestro bien. Él sufrió para que tú y yo no tuviéramos que
sufrir el azote de la enfermedad en nuestros cuerpos. ¡Por los azotes que
Él soportó, nosotros estamos sanados! ¡Aleluya!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
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