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sábado, 1 de agosto de 2015

Dios Justifica Al Impío

Romanos 4:5
Mas al que no trabaja, pero cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia.
Confianza es lo que Dios quiere que tú tengas cuando te acercas a Él.  Él no quiere que tú tengas temor de acercarte a Él, sintiéndote indigno a causa de tus pecados.  Él quiere que tú te acerques confiadamente a Él, sabiendo que la muerte, sepultura y resurrección de Su Hijo Jesucristo te ha justificado y te ha calificado para que recibas de Él confiadamente.
Ésta fue la clase de confianza que la mujer con el flujo de sangre tuvo cuando tocó a Jesús (Marcos 5:25-34).  Ahora, ella sabía que al tocar a Jesús estaba rompiendo la ley Levítica que establecía que cualquiera que tuviera flujo de su cuerpo era inmundo y no debería aparecer en público,  mucho menos tocar a otra persona (Levítico 15).
Pero ella se rehusó a sentirse condenada por la ley.  Ella creyó lo que había escuchado acerca de Jesús, y tuvo la confianza de que solo encontraría amor y compasión en Él, no condenación.  Ella creyó que Jesús la justificaría y la calificaría para recibir el milagro que necesitaba.  Fue por eso que ella se  introdujo con confianza entre la multitud para tocar a Jesús, quien ciertamente le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado” (Marcos 5:34).
¿Qué fue eso acerca de su fe que la hizo ser sana?  Romanos 4:5 habla acerca de la fe que cree que Dios justifica al impío.  Cuando tú crees que Dios justifica al impío, eso te dará la confianza para que te acerques a Dios, incluso cuando te sientas impuro porque acabas de arruinarlo todo.
Cuando falles, no corras lejos de Dios.  Corre con confianza hacia Él, sabiendo que tú eres justificado por la sangre de Cristo y no por tu buen comportamiento.
El diablo puede decirte: “¿Cómo pudiste hacer eso?  ¿Quién te crees que eres?”  Tú no lo escuches.  Levántate y dale gracias a Dios por la sangre y el regalo de no condenación (Romanos 8:1).  Si Dios justifica al impío, ¿cuánto más a ti, Su amado hijo?
Pensamiento Del Día

Tú estás justificado por la sangre de Cristo y no por tu buen comportamiento.


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