Inspiración De Gracia
Dios los salvó por Su gracia
cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas
buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser
salvo. Efesios 2:8-9, NTV
En Lucas 18, leemos
acerca de un joven rico que se acercó a Jesús y le dijo: “Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Lucas 18:18) Yo
creo que a través de esta historia, el Señor quiere ayudarnos a comprender que nosotros podemos ser justificados solo por
la fe y no por nuestras obras.
La justificación
por la fe produce esperanza, paz y gozo,
y un corazón para Jesús que resulta en buenos frutos. Intentar
ser justificado por las obras produce temor, ansiedad e incapacidad para
producir frutos duraderos.
Cuando el joven
rico llegó queriendo ser justificado por sus obras, el Señor le dio la ley para
llevarlo hasta el fondo de sí mismo. Jesús le dijo al joven rico que
pensaba que había guardado todas las leyes: “Te falta todavía una cosa;
vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los
cielos; y ven, sígueme.”
Al joven rico le
faltaba una cosa. El primer mandamiento es: “No tendrás
otros dioses delante de Mí.” (Éxodo 20:3) Sin embargo, el
dinero era su dios —él se alejó muy triste cuando el Señor le pidió que
vendiera todo lo que tenía. (Lucas 18:20-23)
No hay constancia
de que él haya dado siquiera un centavo a los pobres. Pero mira lo
que sucedió cuando Jesús se invitó a Sí Mismo a la casa de
Zaqueo. Ni un solo mandamiento fue dado, solo pura
gracia. ¡Y esto resultó en que Zaqueo dio la mitad de su riqueza a
los pobres y se comprometió públicamente a devolver cuatro veces más a todos
los que les había robado!
La ley pide,
la gracia da.
La ley pide y esto
resulta en temor, culpa y tristeza. La gracia da y esto produce generosidad, santidad y transformación
interior del corazón.
Ahora, dime, ¿qué
evangelio debemos predicar? ¿La justificación por obras por medio de
la ley? ¿O la justificación por la fe mediante el poder de la gracia
de Dios?
Desafortunadamente,
hay muchos creyentes que, después de ser salvos, son enseñados y creen, como el
joven rico, que ellos pueden ser justificados ante Dios solo por sus
obras. Ellos terminan conscientes de fallarle a Él y con una
expectativa aterradora del castigo y el juicio de Dios.
Cada cosa mala que
les sucede refuerza ese temor. Incluso cuando las cosas van bien,
ellos temen perder las bendiciones o la protección de Dios debido a un error
que acaban de cometer.
¿El
resultado? Inseguridad, pavor, ansiedad y todo tipo de temores se
convierten en compañeros constantes que les roban la alegría de vivir, y mucho
menos vivir la vida con confianza y esperanza.
Amado, ningún
hombre puede cumplir con las demandas de la ley y ser
justificado. Nosotros solo podemos ser justificados por la fe en la
sangre del Cordero. Si tú no estás anclado en esta verdad y si tu
conciencia no está lavada por la sangre del Cordero, tú siempre estarás
temeroso.
Nuestra
justificación es por fe y para fe, no por fe en la
obras. ¡Esto “se logra del principio al fin por medio de la
fe” y solo por la fe! (Romanos 1:17, NTV)
Viendo a través de
los ojos de la fe,
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