Inspiración De Gracia
Si
confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y
para limpiarnos de toda maldad. 1
Juan 1:9
Una
pregunta que me hacen a menudo sobre el perdón total de los pecados es: ¿Qué
pasa con la confesión de pecados de la que se habla en 1 Juan
1:9? ¿No tenemos que confesar nuestros pecados para ser perdonados y
limpiados de toda maldad?
He
compartido en varias ocasiones sobre mi propia lucha pasada con 1 Juan 1:9,
hasta el punto de obsesionarme al tratar de confesar cada pecado y vivir tan
consciente de pecado que creí que había
perdido mi salvación. Por ahora, quiero compartir con ustedes
una revelación fresca y poderosa a la que el Señor abrió mis ojos al momento de
escribir esta lectura. En mi estudio, Él me pidió que examinara la
palabra “pecados” en 1 Juan 1:9 y que viera si es un sustantivo o un verbo en
el texto griego original. ¿Estás listo para esto?
En los
dos casos en los que vemos la palabra “pecados” en 1 Juan 1:9, se usa el sustantivo
griego hamartia. Según el conocido erudito bíblico
William Vine, hamartia (“una falta de marca”) indica “un
principio o fuente de acción, o un elemento interno que produce actos... un
principio o poder que gobierna.” En otras palabras, se refiere al
principio del pecado o nuestro estado
pecaminoso debido al pecado de Adán. Al usar la forma sustantiva
de esta palabra, Juan claramente no se estaba refiriendo a nuestra comisión de
actos individuales de pecado, o habría usado la forma verbal, hamartano.
A la
luz de esto, ¿puedes ver cómo 1 Juan 1:9 no está hablando sobre confesar
nuestros pecados cada vez que pecamos en pensamiento o en hechos? Juan estaba hablando de la necesidad de
reconocer y confesarle a Dios que somos pecadores debido al pecado de Adán, así
como de recibir el perdón total de todos nuestros pecados a través de la obra
terminada de Jesús.
¿Con
qué frecuencia necesitamos hacer esto? Sólo UNA vez. Es
por eso que 1 Juan 1:9 es principalmente un versículo de salvación, uno que anima al pecador a reconocer y confesar su estado pecaminoso o “pecaminosidad”, nacer de nuevo por la fe en nuestro Señor
Jesucristo y tener su estado pecaminoso a través de Adán reemplazado con el nuevo estado de
justificado a través de Cristo.
En el
primer capítulo de 1 Juan, el apóstol Juan se estaba dirigiendo a la doctrina
gnóstica herética que no se suscribía a la creencia en el estado pecaminoso del
hombre. Juan estaba animando a
los gnósticos a confesar su estado pecaminoso, y recibir el perdón completo
del Señor y la total limpieza de toda su injusticia a través de Su obra
terminada en la cruz.
Ahora,
¿qué dice Juan entonces, acerca de que cometemos pecados después de
convertirnos en creyentes? Solo dos versículos más adelante en el
segundo capítulo de 1 Juan, Juan responde esta pregunta al comenzar su discurso a los creyentes: “Hijitos
míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca,
Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan
2:1) Esta vez, las palabras “pequéis” y “peca” son el verbo
griego hamartano. Juan ahora se está refiriendo a los
creyentes que cometen pecados —sus pensamientos y acciones
pecaminosas. ¿Qué dice Juan al respecto? Él nos recuerda
que cuando nosotros fallamos, como
creyentes, tenemos un
Abogado para con el Padre —Jesucristo.
Gracias a nuestro Señor
Jesús y lo que Él logró en la cruz, nosotros tenemos perdón y seguimos siendo justos ante Dios, incluso cuando hemos
fallado. Como el apóstol Pablo les recordó a los creyentes
corintios que habían fallado, que ellos aún eran templo del Espíritu Santo, Juan nos recuerda a nosotros quiénes
somos en Cristo y a
quién tenemos representándonos a la diestra de Dios.
¿Puedes
ver que la respuesta de la Biblia para vencer el pecado siempre es recordar a los creyentes su identidad de justos en Cristo? Esto
no es para animarnos a pecar, sino para
animarnos a mirar a nuestro Señor Jesús, para ver nuestros pecados castigados
en la cruz, y a vivir victoriosa y gloriosamente para Él. Recuerda,
eso es de lo que se trata el verdadero arrepentimiento —¡volverse a la cruz y
regresar a Su gracia!
Cuando
falles hoy, tú debes saber que puedes hablar con Dios honestamente sobre tus
fallas, pero hazlo con la revelación de la cruz de nuestro Señor
Jesús. Mira tus pecados castigados en Su cuerpo, y recibe nuevamente
Su perdón y Su favor inmerecido para reinar sobre tus pecados.
Viendo
a través de los ojos de la fe,
Joseph
Prince
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