Inspiración De Gracia
Al día siguiente vio a Jesús
que venía hacia él, y dijo: “He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo.” Juan 1:29
Cuando estaba
creciendo en el Señor, yo solía imaginar a Dios como un anciano, serio, con
cabello blanco, cejas blancas y una barba blanca. Solía verlo
sosteniendo un gran mazo, esperando para golpearme en la cabeza tan pronto como
yo fallara o cometiera un error. Por supuesto, cuando crecí en mi
comprensión de Dios, yo comencé a verlo sin ese gran mazo amenazador, pero Él aún
no tenía una sonrisa y aún me parecía muy viejo.
Todavía recuerdo
cómo, siendo un adolescente, yo estaba orando un día cuando escuché la voz de
Dios que me decía: “Hijo, ¿por qué Me imaginas así, como un
anciano?” Yo con toda confianza le respondí: “Bueno, Tú eres un
Padre y así es como se ven los padres, ¿cierto?” Él respondió:
“Hijo, ¿sabías que envejecer es parte de la maldición que vino sobre la tierra
debido al pecado de Adán? En el cielo no hay maldición. Nosotros
somos jóvenes por siempre.”
Cuando lo escuché
decir eso, de pronto, yo comencé a ver a Dios como el mismo Dios que habló con Abraham como un amigo debajo de los
árboles de terebinto y le mostró las estrellas, el mismo Dios que partió el Mar Rojo y liberó a los hijos de Israel
de la esclavitud, el mismo Dios cuya
mano de favor hizo a un joven pastor rey sobre todo Israel. Así es
como yo veo a mi Dios hoy. ¡Él es joven por siempre, fuerte y
amoroso! Él no está empuñando un mazo, listo para
castigarme. Sus brazos están
completamente abiertos, listos para abrazarme.
Amigo, ¿estás
viendo a Dios como un juez anciano o como un Padre amoroso de aspecto
joven? ¿Ves hoy a un Dios enojado o a un Dios que está sonriendo,
listo para abrazarte? Debido
a la obra terminada de Jesús, yo finalmente llegué a ver que nosotros ya no
estamos bajo el pacto de la ley donde Dios está feliz contigo a veces y enojado
contigo en otras ocasiones. Hoy, Él nunca se enojará contigo,
sino que siempre te aceptará, te amará y te favorecerá debido a Jesucristo.
Hace años, un
hombre de aspecto muy perturbado se me acercó corriendo después de que prediqué
un sermón y me dijo: “Pastor, usted habló sobre el amor de Dios, ¡pero la
Biblia también dice que Dios es ira!” Yo le expliqué que aunque
Dios tiene ira, la Biblia nunca define a Dios como
ira. En cambio, según la
definición de la Biblia, Dios es amor. (1 Juan 4:8) Luego él exclamó: “¡Pero Pastor
Prince, yo algunas veces veo en la Biblia a Dios estando enojado!”
Le expliqué:
“Cuando nosotros vemos a Dios estando enojado en el Antiguo Testamento y en el
libro de Apocalipsis, Su enojo es hacia aquellos que lo han rechazado a Él y a
Jesús. Pero para ti y para
mí, creyentes en el nuevo pacto, nosotros nunca seremos castigados porque
nosotros ya recibimos a Jesús. Como creyentes, Dios no está enojado con nosotros porque toda Su ira
por nuestros pecados cayó sobre Jesús en la cruz. Jesús se
convirtió en el Cordero de Dios que quitó todos nuestros pecados. En
la cruz, Él clamó: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué Me has
abandonado?” ¿Por qué crees que Él exclamó eso? Él
exclamó eso a gran voz para que todos nosotros supiéramos específicamente que
en ese momento, la ira de Dios cayó sobre Él. Él se convirtió en nuestra ofrenda por el pecado y el fuego de la ira
de Dios lo castigó por completo. El que no conoció pecado se convirtió en nuestro pecado, para que tú y
yo, que ya somos creyentes, nunca experimentemos la ira de Dios.”
Después de
haberle explicado esto, este precioso hermano me dio las gracias. La
mirada perturbada que estaba arrugando su rostro había dado paso a una
sonrisa. Yo creo que mientras él se alejaba, había paz y certeza en su corazón de que Dios no estaba enojado con él porque
sus pecados ya habían sido completamente juzgados en la cruz del Calvario. ¡Aleluya!
Es hora de poner
fin a la confusión acerca de la ira de Dios y comenzar a ver a Dios por quien
Él realmente es. Dios es
(tiempo presente) amor. Cree
que Jesús, el Cordero de Dios, quitó todos tus pecados y que Su gracia está
brillando sobre ti. ¡Tú
eres Su hijo amado, en quien Él se complace!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph Prince
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