Inspiración De Gracia
Pero el que se une al Señor, es
un espíritu con Él. 1 Corintios 6:17
Permíteme compartir
contigo algo que le pido a Dios haga, que tu corazón sea lleno de tal calidez a
medida que tú veas más y más a Jesús. La palabra comunión habla
de la relación que nuestro Señor desea tener con nosotros. El apóstol
Pablo escribió:
La copa de
bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El
pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno
solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos
de aquel mismo pan. Mirad a Israel según la carne; los que comen de los
sacrificios, ¿no son partícipes del altar? —1 Corintios
10:16–18, RVR60
La palabra que se
usa para comunión en el griego original es la palabra koinonia,
que significa “comunión”. También tiene la idea de una participación íntima, como la intimidad que comparten un esposo
y una esposa cuando dicen y hacen cosas que nadie más conoce. ¿No es
hermoso?
Siempre que participas de la Comunión
o la Santa Cena, es un momento de intimidad entre tú y el Señor. Es un tiempo que apartas para recordar a tu
Esposo celestial, quien te amó tanto que se entregó a Sí Mismo por ti.
(Efesios 5:25) Es un momento en el
que tú corres hacia Él y te pierdes en Su presencia, y dejas que Su perfecto
amor eche fuera todo temor que pueda estar carcomiéndote.
Él conoce los
temores secretos de tu corazón cuando observas los síntomas en tu cuerpo.
Él conoce las cargas que te agobian mientras los médicos te informan
sobre las complicaciones a largo plazo, los efectos secundarios y el costo
financiero que el tratamiento implicaría. Corre a Él y echa todas tus ansiedades, todas tus preocupaciones y
todas tus inquietudes sobre Él, porque Él cuida de ti con el más profundo
afecto y vela por ti con mucho cuidado. (1 Pedro 5:7)
Al tomarte el
tiempo para tener comunión con Él y recordarlo a través de la Santa Cena,
¿sabes lo que sucede? Tú te
conviertes en un participante íntimo
de los beneficios del cuerpo y la sangre.
Así como los que
comieron de los sacrificios se convirtieron en “partícipes del altar” (1
Corintios 10:18), cuando tú comes el pan
y bebes la copa, te conviertes en partícipe de todo lo que Jesús logró en la
cruz. Al beber la copa, eso es comunión con Cristo y participación de
la sangre de Cristo. (1 Corintios 10:16) Al comer del pan partido, tú
estás participando en el cuerpo de Cristo que fue partido por ti. (1 Corintios
10:16)
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph Prince
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