Inspiración De Gracia
Mas
de Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual Se hizo para nosotros sabiduría
de Dios, y justificación, y santificación, y redención, para que, tal como está
escrito: “Él que se gloría, que se gloríe en el Señor.” 1 Corintios 1:30-31
Es Jesús, Su sabiduría en tu vida, Su justicia y Su perfecta
obra redentora en la cruz lo que te hace ser exitoso. Así que, cuando te
jactas de tu éxito, tú solo puedes jactarte en Jesús.
Sin Jesús, tú no tienes nada de qué jactarte. Pero con Jesús en tu vida, tú puedes jactarte
en Él y solo en Él, por cada éxito y bendición que viene a través de Su favor
inmerecido.
Si tú eres fuerte, poderoso y sabio por ti mismo, entonces
el favor inmerecido de Dios no puede fluir. Pero cuando tú te das cuenta de tus
debilidades e incapacidades, y en cambio dependes de Jesús, entonces Su favor inmerecido puede fluir
sin obstáculos en tu vida.
Vemos esto en la historia de Moisés. En sus primeros 40 años siendo un príncipe
egipcio que era respetado y admirado, él pensó que lo sabía todo. La Biblia dice que en estos primeros 40 años,
Moisés era “un hombre poderoso en
palabras y en hechos” (Hechos 7:22), pero Dios no pudo usarlo.
Sin embargo, en los siguientes 40 años, algo le sucedió a
Moisés. Él había huido de Egipto después
de matar a un egipcio que estaba golpeando a un hebreo y se fue a vivir al
desierto de Madián. Él se convirtió en
pastor y ya no se le consideraba poderoso en palabras ni en hechos. De hecho, él incluso se había convertido en
tartamudo. (Éxodo 4:10)
Y en este punto de su vida, cuando él probablemente pensó
que era parte del pasado, que era insignificante en comparación con quien había
sido y que sus días de gloria habían quedado atrás, Dios se le apareció y le
dijo: “Te enviaré a Faraón, para que
saques a Mi pueblo... de Egipto.” (Éxodo 3:10)
Cuarenta años antes, en el cenit de sus capacidades,
Moisés ni siquiera pudo enterrar adecuadamente a un egipcio a quien había
matado —él fue descubierto y forzado a huir. (Éxodo 2:11-15) Pero ahora, despojado de su dependencia en su
fuerza humana y consciente de sus debilidades, él asumió su llamado,
dependiendo únicamente del favor inmerecido de Dios. Y esta
vez, cuando Moisés extendió su mano sobre el mar, el mar cubrió perfectamente a
decenas de miles de egipcios. (Éxodo 14:26-28)
La Biblia nos dice que “Dios
resiste a los soberbios, pero da gracia [favor inmerecido] a los humildes”.
(1Ped. 5:5) Amado, Dios no impondrá Su
favor inmerecido en nosotros.
Siempre que queramos depender de nosotros mismos y de
nuestra sabiduría, Él nos permitirá hacerlo. Su favor inmerecido se concede a aquellos que
reconocen humildemente que no pueden triunfar por sus propias fuerzas y capacidades. Cuando nosotros
soltamos el control y dependemos de Su
favor inmerecido, ¡Él se hace cargo y hace por nosotros todo lo que no podemos hacer
por nosotros mismos!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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