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jueves, 22 de agosto de 2013

Sabiduría Para Contener La Provisión De Dios



Medite En

Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo ella a un hijo suyo: “Tráeme otra vasija.” Y él le dijo: “No hay más vasijas. Y cesó el aceite.”  Entonces ella fue y se lo contó al hombre de Dios. Y él le dijo: “Ve, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos podéis vivir de lo que quede.”
2a Reyes 4:6-7


Cuando se trata de provisión, la palabra de Dios está repleta de sabiduría y aliento.  Esta no sólo nos da ilustraciones de la inagotable provisión de Dios, sino que también nos brinda sabiduría para el manejo de lo que llega a nuestras manos.
En la historia que encontramos en 2a Reyes 4:2-7, Eliseo le dice a una viuda pobre que consiguiera tantas vasijas vacías como pudiera, y vertiera su última vasija de aceite en estas vasijas.  Ella hizo según lo dicho y milagrosamente, el aceite siguió fluyendo.  Este se detuvo sólo cuando ella se quedó sin vasijas.  Luego Eliseo le dijo que vendiera el aceite, pagara su deuda y viviera de lo que quedaba.
Quiero que usted vea dos cosas importantes aquí.  En primer lugar, la provisión sólo se detuvo cuando la demanda de la provisión de Dios se detuvo.  Quiero animarle a no parar de buscar a Jesús para su provisión.
En segundo lugar, si usted tiene deudas, su primera prioridad es pagar sus deudas.  Observe que Eliseo le dijo a la viuda, “Ve, vende el aceite y paga tu deuda.”  Y cuando usted haya cubierto su deuda, aprenda a vivir dentro de sus posibilidades.  Amado, cuanto más usted medite y preste atención a la sabiduría práctica de la Palabra de Dios, más será capaz de contener Su provisión.

Bendiciones,
Joseph Prince


2ª Reyes 4:2-7  Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite. Entonces él le dijo: Ve, pide vasijas prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echa el aceite en todas estas vasijas, poniendo aparte las que estén llenas. Y ella se fue de su lado, y cerró la puerta tras sí y de sus hijos; y ellos traían las vasijas y ella echaba el aceite. Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo ella a un hijo suyo: Tráeme otra vasija. Y él le dijo: No hay más vasijas. Y cesó el aceite. Entonces ella fue y se lo contó al hombre de Dios. Y él le dijo: Ve, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos podéis vivir de lo que quede.


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