Y cuando bajó del monte, grandes
multitudes le seguían. Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante
El, diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Y extendiendo Jesús la
mano, lo tocó, diciendo: “Quiero; sé limpio.” Y al instante quedó
limpio de su lepra.
Mateo
8:1-3
Cuando el Señor te bendice, Él te bendice más allá de lo que tú esperas. En la sanidad del leproso, Jesús extendió la
mano y tocó al leproso, diciendo: “Quiero;
sé limpio.” Y al instante, el hombre fue sano.
¿Te diste cuenta que Jesús tocó al leproso primero,
antes de sanarlo? ¡Me encantan estos
pequeños gestos de Jesús! Ese simple
toque le restauró el sentido de
humanidad y dignidad a este hombre que no había sido tocado durante mucho
tiempo. Debido a su condición de
impureza y de ser físicamente repulsivo, ninguno quería estar cerca de él,
mucho menos tocarlo.
Jesús
sabía que el leproso necesitaba más que solo sanidad
física, así que Él le dio por encima y
más allá de lo que el leproso había deseado. Amado, ¡este
es el amor y la abundante provisión de gracia de nuestro Salvador! ¿Cuál es tu carencia el día de hoy? Mientras meditas en la abundancia de Su
gracia para ti, ¡cree sin lugar a dudas
que la provisión de Jesús excederá todas tus expectativas!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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