Inspiración De Gracia
Entonces
Melquisedec, rey de Salem, sacó pan y vino; él era sacerdote del Dios Altísimo.
Y lo bendijo, diciendo: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador del cielo
y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo que entregó a tus enemigos en tu
mano.” Génesis
14:18-20
Yo no sé en qué valle te encuentras
en este momento, pero quiero compartir contigo una poderosa imagen de la Biblia
que oro para que te anime.
Cada vez que algo se menciona en la Biblia por primera
vez, esto siempre es significativo. ¿Sabes
en dónde encuentras el pan y el vino de la Santa Cena mencionados juntos por
primera vez? Es aquí, en las escrituras
de hoy.
¿Quién es Melquisedec? La Biblia nos dice que nuestro Señor Jesús es “sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec”. (Heb. 7:17) Muchos
eruditos creen que él es una aparición preencarnada de Cristo. Pero está claro que Melquisedec es un tipo de
Cristo.
Melquisedec era el rey de Salem, que significa “paz”. Pero Salem significa mucho más que paz. También significa “completo, seguro, perfecto,
íntegro y pleno”.
Melquisedec se encontró con Abram en el Valle de Save o el
Valle del Rey. (Gén. 14:17) El Valle del
Rey está en realidad en el Valle de Cedrón. Cedrón en hebreo proviene de la palabra qadar, que significa “oscuridad”.
Melquisedec no fue la única persona presente con Abram. Bera, el rey de Sodoma, salió al encuentro de
Abram antes de que llegara Melquisedec. (Gén. 14:2, 17) El nombre de Bera en hebreo significa “hijo
del mal”.
Te di todo ese trasfondo porque quiero que veas esto: cuando tú estás en un lugar de oscuridad, tu
Señor Jesús viene a ti, trayendo pan y vino.
Quizás te estés preguntando: “¿No se convertirá la Santa
Cena en algo legalista que tengo que hacer?” No si te ves a ti mismo recibiendo el pan y el
vino del Señor Jesús Mismo. La Santa
Cena no es algo que tú haces; tú recibes
la Santa Cena tal como lo hizo Abram.
En tu momento de oscuridad, no olvides que el Señor te ha
dado la Santa Cena como una forma tangible y práctica de recordar todo lo que
Él ha hecho por ti, y encontrarte con Su amor. Tú no tienes que manejar la situación por ti
mismo. El Señor está contigo y Él quiere
que le lleves todo temor y toda preocupación. Habla con Él.
Siempre que tengo miedo, me gusta cantar las palabras de
los salmos de David para fortalecerme en el Señor. Se lleno de Su fuerza mientras meditas en Él y
le adoras con estas palabras del salmista:
Tú eres mi refugio; de la angustia me preservarás; con
cánticos de liberación me rodearás… El día en que temo, yo en Ti confío.
—Psalm 32:7; 56:3
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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