Inspiración De Gracia
“El
hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal
tesoro saca cosas malas.” Mateo 12:35
La mayoría de nosotros pensamos que
si tan solo pudiéramos cambiar nuestras circunstancias, podríamos tener la vida
que deseamos. Sin embargo, la escritura
de hoy nos muestra que eso no es lo que Jesús dijo. ¿Ves en Sus palabras que tu vida hoy es un
reflejo de lo que ha estado escondido y guardado en tu corazón todo este
tiempo?
Si no quieres que tu vida siga siendo la misma, la
solución no está en cambiar tus circunstancias. Está en cambiar tu corazón, cambiando lo que
crees.
Amigo, por cada área de debilidad, fracaso o derrota que
puedas estar experimentando en este momento, te aseguro que hay alguna creencia
equivocada en esa área. Escudriña las
Escrituras en busca de la verdad. Tu
respuesta está en creer lo que es correcto.
Ahora, apréndete esto de memoria: ¡creer correctamente siempre lleva a vivir correctamente!
Dilo en voz alta porque esta es una poderosa revelación
que no te puedes perder.
Permíteme compartir contigo un poderoso testimonio de un querido
hermano de mi iglesia que luchaba contra el hábito de fumar. Él había estado fumando durante muchos años y
consumía al menos un paquete de cigarrillos al día. Además de sentirse mal cada vez que fumaba, él
se sentía condenado y escuchaba constantemente la voz del acusador
bombardeándolo con acusaciones:
¿Cómo puedes llamarte a ti mismo un cristiano? Mírate —¡todavía eres un fumador! ¡Ríndete, hipócrita! Tú no eres digno de ser un cristiano.
Cuanto más escuchaba las acusaciones, más fumaba. Aunque él trató de reunir toda su fuerza de
voluntad para superar este hábito destructivo, él simplemente no pudo hacerlo. Él sabía que su cuerpo era el templo de Dios y
deseaba sinceramente glorificar al Señor, pero no tenía el poder para hacerlo.
Luego, él me escuchó predicar sobre cómo el Espíritu Santo
está presente en él para convencerlo de justicia
y cómo cuanto más él creyera que era justo debido a Jesucristo, más se alinearía
su comportamiento con lo que creía. Así
que comenzó a confesar esto diariamente: “Yo soy la justicia de Dios por medio
de Jesucristo”, incluso cuando sucumbía a la tentación y encendía un
cigarrillo. Todos los días, él se
despertaba, se miraba en el espejo y decía: “Yo veo a un hombre justo parado
frente a mí”.
Este hermano realmente creía que él era justo, no por lo
que hacía, sino por lo que Jesús había hecho. Y cuanto más creía que él era la justicia de
Dios en Cristo, más se desvanecía su adicción a la nicotina.
Él comenzó a tener una fuerza sobrenatural para reducir su
consumo diario de tabaco en un corto período de tiempo. Comenzó a reemplazar la voz del acusador que
lo llamaba hipócrita, con la voz del Espíritu Santo que le declaraba: “Tú eres
justo a los ojos de Dios. Hoy, Dios te
ve tan justo como a Jesucristo”.
La voz del Espíritu Santo se hizo más y más fuerte hasta
que él finalmente escuchó solo Su voz, y un día, se despertó y se dio cuenta de
que el deseo de fumar ya no estaba allí. ¡Aleluya!
¿Puedes verlo? La liberación de los hábitos destructivos
viene simplemente por creer en la voz del Espíritu Santo y verse a sí mismo
como la justicia de Dios en Cristo, todos los días.
El simple hecho de ser fiel en creer y confesar: “Yo soy
la justicia de Dios en Cristo”, hará que un poder sea liberado en tu vida para
vencer las ataduras a los cigarrillos, la pornografía, el alcohol, las drogas o
los juegos de azar. Hoy es el día en que
el Señor te liberará de toda mentira, culpa y condenación con la que el
acusador te ha estado bombardeando.
Por favor has esta oración conmigo ahora mismo. Amigo, silenciemos la voz del acusador y
permitamos que Jesús nos haga libres para reinar:
Señor Jesús, te doy gracias por la cruz. Te doy gracias porque que cuando moriste por
mí, Tu sangre me limpió de todas mis injusticias y los pecados de toda mi vida.
Tú eres mi Señor y Salvador. Yo te entrego todas mis adicciones (y/o ataduras) hoy. Estoy harto y cansado de ser derrotado y
condenado por el acusador. Hoy, confieso que debido a Tu sangre, yo soy
en este mismo momento la justicia de Dios. Por la fuerza sobrenatural y el poder del
Espíritu Santo que está presente para convencerme de mi justicia, yo recordaré
cada día que yo soy la justicia de Dios a través de Ti. ¡Amén!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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