… El que ha entrado a Su reposo, él mismo ha
reposado de sus obras, como Dios reposó de las Suyas. Por tanto, esforcémonos por entrar en ese
reposo…
Hebreos 4:10-11
Un bebé aprende a
sentarse antes de empezar a ponerse de pie y caminar. La vida cristiana también comienza con
sentarse. Dios “nos resucitó con Él, y con
Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús.” (Efesios
2:6) Lo bien que caminemos después de eso, depende de lo bien que nos
sentemos y descansemos en la obra terminada de Cristo.
La tierra prometida era una tierra de descanso en la que Dios
prometió a Su pueblo “grandes y
espléndidas ciudades que tú no edificaste, y casas llenas de toda buena cosa
que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivos que
tú no plantaste.” (Deuteronomio 6:10-11)
Pero durante 40 años, el
pueblo de Dios anduvo en el desierto, porque ellos se rehusaron a creer que Dios les había dado una tierra en
dónde todo había sido preparado —la obra estaba terminada. Ellos no pudieron creer que Dios les había dado una tierra llena de cosas buenas para que
las disfrutaran, una tierra en la que fluía Su provisión abundante.
Hoy, hay creyentes que
todavía no pueden creer que la obra de
Jesús esté completa y verdaderamente terminada. Ellos están tratando de completar una obra
completa, terminar una obra terminada y vencer a un diablo vencido.
Hoy, hay creyentes que
están siempre trabajando, tratando de generar su sanidad, su éxito y su
victoria. Pero Dios quiere que dejemos
de intentarlo y que comencemos a confiar
en Su amor por nosotros. Él quiere
que dejemos de trabajar y luchar, y comencemos
a descansar y creer en Su gracia para nosotros.
El único “trabajo” que
ha dejado para que nosotros hagamos hoy es entrar
en Su descanso. Nosotros debemos trabajar cada día por entrar en Su
descanso. Debemos descansar en nuestro interior, creyendo que
la obra está hecha porque es una obra terminada, y vivir cada día confiando en
el favor inmerecido de Dios para nosotros.
Debemos descansar en Jesús,
nuestra verdadera arca, que nos
llevará a través de las aguas tempestuosas.
Así que, hoy, “si
oyes Su voz, no endurezcas tu corazón… esfuérzate por entrar en ese reposo.”
(Hebreos 4:7-11) Entremos en Su reposo. Disfrutemos
sentarnos con Cristo en los lugares celestiales, ¡así correremos y no nos
cansaremos! (Isaías 40:31)
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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