El que no eximió ni a Su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El todas las
cosas?
Romanos 8:32
Cuando estamos pasando
por una prueba, tendemos a preguntarnos “¿Dios realmente me ama? ¿Cómo es que no me parece ver que me
ama?” Cuando esto sucede, es hora de traer la cruz, porque el amor de Dios por ti está expuesto para
siempre en la cruz.
Dios entregó a Su Hijo a sufrir y a morir en la
cruz, por ti. Jesús fue traspasado en
siete lugares, por ti —en Su cabeza por la corona de espinas, en Sus dos manos y
pies por los clavos, y en Su costado y corazón por la lanza de un soldado
romano.
Jesús usó la corona de
espinas en Su cabeza para que tú puedas tener una mente sana, libre de temores, culpa, depresión, ansiedades y estrés.
Cuando Jesús mostró por
primera vez Sus manos traspasadas por los clavos, a Sus discípulos, Él les
dijo: “Paz a vosotros.” (Juan
20:19-20) Él quería que supieran que la paz se encuentra en Su obra terminada,
representada por Sus manos traspasadas. Cuanto más veas Su obra terminada, que ha
comprado el perdón completo de todos tus pecados, más descanso y paz llenarán
tu consciencia.
Los pies de Jesús lo
llevaron a lugares en donde había carencias, enfermedades, rechazo, condenación
y hasta muerte. Y esos pies fueron
traspasados por clavos, para que tú no
tengas que estar en esos lugares por ti mismo.
Él te ha rescatado de tener que aceptar y sufrir esas cosas en tu vida.
Sangre y agua salieron
del costado de Jesús cuando fue traspasado. (Juan 19:34) Las ciencias médicas dirían que eso significa
que Su corazón fue roto. Jesús literalmente murió por el corazón
roto, para que tú corazón pueda ser lleno de alegría.
Y así como Eva vino del
costado de Adán cuando él estaba durmiendo, la novia de Cristo, la iglesia, vino del costado traspasado, y muerte
de Jesús. Si, Él murió para tenerte como Su novia sin mancha, Él vive hoy para cuidar
de ti.
Amado, las únicas cosas
hechas por el hombre que están hoy en el cielo, son las cicatrices en Su
cuerpo. Estas permanecerán para siempre
como símbolo de Su amor eterno y Su
pasión por ti. Así que, ¡si
Dios no eximió a Su propio Hijo, sino que lo entregó por ti, cómo no te dará
también con Él todas las cosas!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
No hay comentarios:
Publicar un comentario