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martes, 29 de mayo de 2018

Ven Tal Como Eres Y Recibe


Pero ella dijo: Sí, Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Mateo 15:27
Acércate al Señor tal como eres, incluso con tu necesidad, y apóyate en Su amor infalible e incondicional  por ti.  No tienes que pretender ser más de lo que eres para recibir de Dios la bendición que necesitas.  No tienes que pretender ser alguien más para parecer más merecedor de recibir algo de parte de Dios.
Una mujer cananea que buscaba desesperadamente sanidad para su hija que estaba endemoniada, vino a Jesús. (Mateo 15:22-28)  Sabiendo que Él sanaba y hacía milagros entre los judíos, ella pretendió ser una judía y gritaba diciendo: “¡Señor, Hijo de David!” (Solo los judíos se dirigían a Jesús como “Hijo de David”.)  Jesús no le respondió.  Su silencio la hizo soltar su pretensión (de ser judía) y gritar: “¡Señor, socórreme!”
Solo cuando su pretensión se desvaneció, ella pudo ver la gracia de Dios extendida hacia ella.  Jesús hizo un camino para que ella pudiera recibir su milagro, incluso cuando aún no era tiempo para que los gentiles recibieran Sus bendiciones.  Él le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos.”
Muchas personas pueden sentirse ofendidas al ser llamadas “un perro.”  Realmente la palabra griega utilizada aquí por Jesús, significa “cachorrito,” y es, por lo tanto, un término más afectuoso que ofensivo.  Así que, esta mujer no se sintió ofendida.  De hecho, ella sabía entonces que podía recibir sanidad para su hija, porque aún los cachorritos comen de lo que cae de la mesa de su amo.
Ella vio que las migajas bajo la mesa del Maestro eran suficientes para una gentil, una “cachorrita,” como ella.  Debes comprender que en ese entonces, los judíos consideraban a los gentiles como perros.  Pero lo que Jesús estaba tratando de decir era que Él había sido llamado primero a los judíos, no a los gentiles.  Aun así, Él amaba a esta mujer gentil y a su hija lo suficiente como para proveer un “vacío legal” para que ellas recibieran su milagro.
Así que, cuando la mujer cananea tomó su lugar dejando de lado el título “Hijo de David” y solo se apoyó en la compasión de Jesús por ella, en esa misma hora, su hija fue sanada.
Si Dios estaba deseoso de extender Su gracia a los gentiles, ¡cuanto más para ti, Su amado hijo!  Tú no necesitas depender de pretensiones para recibir un milagro de Él.  Acércate tal como eres y apóyate en Su gracia.  Si Él entregó a Jesús por nosotros, “¿cómo no nos dará con Él también todas las cosas?” (Romanos 8:32)
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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