Inspiración De Gracia
Cuando
bendecimos la copa en la Mesa del Señor, ¿no participamos en la sangre de
Cristo? Y, cuando partimos el pan, ¿no participamos en el cuerpo de Cristo? 1 Corintios 10:16, NTV
Me gustaría compartir una verdad
poderosa que creo que te ayudará a mantenerte en el amor de Dios y a expulsar
el temor de tu vida: cada vez que el temor intente entrar sigilosamente en ti,
ve a un lugar tranquilo y medita en lo mucho que te ama el Señor, mientras
participas de la Santa Cena.
De inmediato, tal vez te preguntes: Si Dios me ama, ¿por qué tengo que orar o participar de la Santa Cena? ¿Qué diferencia hace eso? Y si es Su voluntad sanarme, ¿por qué no soy sanado
automáticamente?
¿Puedo primero responder a la pregunta de por qué no eres
sanado automáticamente? Amigo, sabemos
que es la voluntad de Dios que todos reciban la salvación, que reciban el
regalo de la vida eterna que fue dado gratuitamente para el mundo. (Juan 3:16) Pero todos tenemos la opción de aceptar o
rechazar el ofrecimiento de Dios. Nadie
se salva “automáticamente”. Dios es un
caballero y Él no impondrá Su salvación a nadie. Él no impondrá Sus dones ni Sus bendiciones
sobre nosotros. Él no impondrá Su salud
ni Su bondad sobre nosotros.
Entonces, ¿qué diferencia hacen la oración y el participar
de la Santa Cena? Cuando nosotros oramos
y participamos de la Santa Cena, estamos liberando activamente nuestra fe para
estar alineados con la voluntad de Dios, la Palabra de Dios y el poder de Dios.
No le estamos rogando que nos sane ni
tratando de persuadirlo de que sane a nuestros seres queridos —nosotros ya
sabemos que Su voluntad es sanar.
Orar se trata de construir una relación íntima con Él. Cuando nosotros oramos y participamos de la Santa
Cena, estamos recibiendo Su amor por nosotros y Su poder sanador en nuestro
cuerpo físico. Habla con Dios hoy (eso
es lo que es la oración) sobre tus problemas de salud, y deja que Él imparta a
tu corazón la valentía y la confianza de que Él quiere que tú estés sano.
Entonces, cuando el temor se apodere de tu corazón, ve a
un lugar tranquilo y encuentra descanso en el amor íntimo de Jesús a través de
la Santa Cena. Habla con tu Salvador y
mientras levantas el pan, dile: “Señor Jesús, gracias porque Tú me amas tanto
que dejaste que Tu cuerpo fuera partido para que el mío pudiera estar completo.
Ahora mismo, yo recibo Tu plenitud, Tu
fuerza y Tu salud divina”.
Mientras levantas la copa, di: “Gracias por Tu preciosa
sangre, que me ha limpiado de todo pecado. Ahora mismo, yo puedo acercarme confiadamente
a Tu trono de gracia, sabiendo que soy completamente justo, sabiendo que mis oraciones
son de mucho valor”.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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