… Dios ha escogido lo débil del
mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha
escogido Dios… para anular lo que es.
1ª
Corintios 1:27-28
Había una vez un asno viejo que decidió
ir a un lugar desierto para pasar sus últimos
días. Encontró un
lugar adecuado, se acostó y murió
a los pocos días.
Dios miró al asno y dijo: “No puedo usar a este asno.”
Con el tiempo vinieron los
buitres y los zorros a desmenuzar la
carne del asno. Era un
espectáculo lamentable. Dios miró
al asno y dijo: “Todavía no puedo utilizar
a este asno.” Enseguida, las hormigas y
otros bichos del desierto vinieron,
y acabaron con lo que los buitres y los
zorros habían dejado. El asno era ahora sólo un esqueleto, pero Dios todavía no
podía usarlo.
Transcurrieron días y
semanas, el sol abrasador
quemó los huesos del asno hasta que estuvieron totalmente secos y blancos. Dios miró
lo que quedaba del asno y dijo:
“¡Ahora puedo utilizar a este asno!”
Entonces llegó Sansón con sus siete ataduras volando al
viento.
Buscó a su alrededor un arma que empuñar en contra de sus enemigos, y
encontró… justo una vieja y seca quijada de asno. Y con
esa mandíbula aparentemente inútil y sin valor, él mató a mil hombres.
(Jueces 15:11-17)
Amigo, Dios
usa lo que el
mundo considera inútil e inadecuado, para lograr hazañas asombrosas. Ese es Su estilo. Así
que, si la gente te ha
apartado, te ha llamado “inútil” o te ha tratado como insignificante, ¡prepárate! Dios puede y está a punto de utilizarte para hacer lo
imposible.
¡Él va a transformarte y a empoderarte para hacer lo
que tú y tus críticos nunca
imaginaron posible!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph
Prince
Jueces
15:11-17 “Tres mil hombres de Judá
descendieron a la hendidura de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes
que los filisteos reinan sobre nosotros? ¿Qué, pues, es esto que nos has hecho?
Y él les dijo: Como ellos me hicieron, así les he hecho. Y ellos le dijeron: Hemos descendido para
prenderte y entregarte en manos de los filisteos. Y Sansón les dijo: Juradme
que no me mataréis. Ellos le
respondieron: No, sino que te ataremos bien y te entregaremos en sus manos;
ciertamente no te mataremos. Entonces lo ataron con dos sogas nuevas y lo
sacaron de la peña. Al llegar él a Lehi,
los filisteos salieron a su encuentro gritando. Y el Espíritu del SEÑOR vino
sobre él con poder, y las sogas que estaban en sus brazos fueron como lino
quemado con fuego y las ataduras cayeron de sus manos. Y halló una quijada de asno fresca aún, y
extendiendo su mano, la tomó y mató a mil hombres con ella. Entonces Sansón dijo: Con la quijada de un
asno, montones sobre montones, con la quijada de un asno he matado a mil
hombres. Y al terminar de hablar, arrojó
la quijada de su mano, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi.”
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