Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre
serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os
hará daño.
Lucas 10:19
Hace algunos años, mientras viajaba en un vuelo
interno dentro de los Estados Unidos, estaba sentado al lado de una mujer cuyo
cuerpo estaba completamente tenso por el miedo.
Preocupado, le pregunté si podía ayudarla de alguna manera. Entre sollozos, ella me habló sobre su temor
a volar. Yo le dije: “No se
preocupe. Yo estoy a bordo. Nada va a pasarle al avión.” No lo dije con orgullo. Lo
dije consciente de que el Señor estaba a bordo del avión conmigo, y que yo
tendría un viaje seguro porque Él prometió que “Nada nos hará daño.”
Una vez, cuando Jesús estaba en el barco con Sus
discípulos, les dijo: “Pasemos al otro
lado.” (Marcos 4:35) Creyendo que pasarían al otro lado, Él se quedó dormido en la popa. Una gran tormenta se levantó, pero no pudo
despertarlo de Su sueño, solo los gritos de Sus aterrados discípulos lo
lograron. Ellos habían olvidado lo que Jesús había dicho acerca de que ellos
pasarían al otro lado. También habían olvidado que con Jesús en el
barco con ellos, no había posibilidad de que se hundieran. Nada
podía hacerles daño, de ninguna manera, porque Jesús estaba con ellos.
Aún el ser echados en un horno de fuego ardiente,
no pudo hacerle daño a tres jóvenes hebreos, porque ellos creían que Dios
iba a librarlos. Ellos habían proclamado
al pagano rey Nabucodonosor: “… Nuestro
Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu
mano, oh rey, nos librará.” (Daniel 3:17)
Y en medio de la prueba ardiente,
su libertador no solo caminó con ellos en el fuego, Él también los libro de
todo daño. El rey Nabucodonosor
incluso dijo: “¡Mirad! Veo cuatro hombres
sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno, y el aspecto
del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses.” (Daniel 3:25)
Amado, en
medio de tu tormenta o de tu prueba ardiente, ¡nada te hará daño, de ninguna
manera, porque Jesús está contigo!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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