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sábado, 25 de enero de 2020

Jesús Tomó Tu Lugar Para Que Tú Puedas Tomar El Suyo


Inspiración de Gracia
Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿Lema sabactani? Esto es: Dios Mío, Dios Mío, ¿Por qué Me has abandonado?  (Mateo 27:46)
¿Sabes que fue en la cruz que Jesús por primera vez se dirigió a Su Padre como “Dios”?  Él siempre se había dirigido a Su Padre como “Padre”.  Pero en la cruz del Calvario, Él se dirigió a Su Padre como “Dios”.
Jesús perdió esa relación Padre-Hijo cuando te estaba representando y cargando tus pecados en la cruz, para que hoy tú puedas llamar a Dios “¡Abba! ¡Padre!” (Ver Romanos 8:15) y puedas tener una amorosa relación Padre-hijo con Dios para siempre.  Jesús fue abandonado por Dios y Su mundo se volvió bastante oscuro en ese monte solitario, para que en tu hora más oscura, Dios siempre te diga: “¡Nunca te dejaré ni te abandonaré!” (Hebreos 13:5)
En el momento en que Jesús más necesitaba a Dios, Dios le dio la espalda.  Dios tuvo que darle la espalda a Su Hijo porque Sus ojos son demasiado santos para contemplar todo el pecado que estaba en el cuerpo de Su Hijo.  Y debido a que Dios le dio la espalda a Jesús, Él nunca te dará la espalda a ti.  En cambio, ¡tú verás el rostro del favor de Dios brillando sobre ti todo el tiempo!
Jesús también tomó tu lugar de desprotegido en la cruz.  ¡Por primera vez, Él renunció a la protección divina para que tú puedas tenerla todos los días de tu vida!  Y debido a que Él se convirtió en pecado, Él tomó tu maldición en la cruz para que hoy, cuando tú tomas Su don de justicia, recibas solo las bendiciones de Dios.
Jesús recibió todo el peso de la ira de Dios en Su cuerpo, de una vez por todas, cuando Él llevó tus pecados.  Toda la ira y condenación de Dios cayeron sobre Él, consumiendo todos tus pecados, hasta que la ira de Dios se agotó.
Hoy, Dios no está enojado contigo.  El cuerpo de Jesús absorbió todo —tus pecados, maldiciones, y la ira y condenación de Dios.  ¡Así que vive la vida esperando no ver el juicio, sino la bondad y las bendiciones de Dios!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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