Medita Y Cree Correctamente
El
que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Salmos 91:1
El “abrigo del Altísimo” habla de un lugar en Cristo, pero también
habla de intimidad. Estar “a la sombra del Omnipotente” es estar
cerca de Él. Hay veces cuando viajo a
Israel con mis pastores que el sol es abrasador. Cuando estamos al aire libre, ya sea en el
Monte de las Bienaventuranzas o en Capernaúm, siempre esperamos estar bajo la
sombra de un árbol. La diferencia en la
temperatura cuando estamos bajo el abrigo protector de un árbol es como la
noche y el día. Al aire libre, no
duraríamos mucho bajo el calor abrasador de
l sol. Pero bajo la sombra de un árbol, podemos
sentarnos durante horas, disfrutando de un momento refrescante mientras
discutimos la Palabra de Dios.
Amado, estar a la sombra del Omnipotente habla
de cercanía, intimidad y protección. Habla
de un lugar refrescante de calma y descanso. Cuando el Salmo 91 habla sobre habitar “al
abrigo” del Altísimo, ese lugar de abrigo no es un lugar geográfico, sino de intimidad
espiritual con nuestro Señor Jesús. De
la misma manera, la oración de protección no es un encantamiento o algún tipo
de canto mágico que te otorgue protección. Eres tú, valorando tu posición en Cristo y tu
relación cercana con Él, y encontrándote con Él en ese lugar secreto.
Durante más de una década, he estado enseñando
a mi iglesia a declarar el Salmo 91 sobre ellos mismos y sobre sus seres
queridos, y a ser conscientes de la estrecha relación que como creyentes tenemos
con nuestro Señor Jesús. Hace algunos
años, recibí un testimonio de protección divina de un hombre de negocios que
asistía a nuestra iglesia. Él había
estado en un viaje de negocios y se alojaba en el Hotel Marriott en Yakarta,
Indonesia. Mientras estaba en el
vestíbulo del hotel, una bomba detonó justo afuera y atravesó el vestíbulo. La explosión fue tan poderosa que él vio un
cuerpo que pasó volando a su lado. Después
de que el polvo se asentó, él se dio cuenta de que, aunque su camisa estaba
salpicada de sangre y había escombros esparcidos a su alrededor, él estaba
completamente ileso. Sorprendentemente, él
se había parado detrás de un pilar en el preciso momento en que la bomba estalló,
y ese pilar lo había protegido del impacto directo de la explosión.
Solo piensa en lo que podría haber pasado si
este hombre no hubiera llegado a ese pilar en el preciso segundo en el que la
bomba estalló. ¡Toda la alabanza y la gloria
sean a nuestro Señor Jesús que vela por los Suyos!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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