1ª Corintios 11:26
Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta
que El venga.
En el
Antiguo Testamento, cuando los hijos de Israel sacrificaban un cordero para el
holocausto mientras se enfrentaban a un enemigo poderoso, la victoria era suya.
Por ejemplo, en 1ª Samuel 7:7-11, cuando
los filisteos vinieron contra ellos, el profeta Samuel ofreció un cordero en
holocausto. Mientras este era ofrecido,
el Señor vino como un fuerte trueno sobre el ejército filisteo, confundiéndolos.
Esto llevó a la victoria a los
israelitas.
Cada
vez que algo malo le pasaba a los hijos de Israel, al ofrecer el sacrificio de un
cordero, ellos estaban proclamando la muerte del Señor, y la batalla cambiaba a
su favor.
Hoy,
cuando nos enfrentamos a un enemigo, ¿cómo ofrecemos nuestro “holocausto”? ¿Cómo proclamamos la muerte del Señor y salimos
victoriosos? ¿Le pedimos a Jesús que venga
a donde estamos y muera en la cruz nuevamente?
Por
supuesto que no. Jesús murió una vez por todos nuestros pecados —pasados, presentes y futuros (Hebreos
10:12). Su obra es perfectamente perfecta
y completamente completa, por lo cual Él no tiene que morir por nosotros de
nuevo. Hoy en día, proclamamos Su muerte
simplemente al participar de la Cena del Señor.
Cada
vez que participamos del pan y el vino, declaramos a los principados y
potestades de las tinieblas que la muerte del Señor vale para nosotros. Cada vez que participamos, estamos diciendo
que debido a que Jesús ha sido juzgado y castigado en nuestro lugar, nosotros
no podemos ser juzgados, ni castigados. Que
debido a que Jesús murió joven en nuestro lugar, nosotros vamos a vivir una
larga vida. Y debido a que Él conquistó
a la muerte y despojó al diablo de sus poderes, nosotros no seremos derrotados.
¡La victoria ya es nuestra!
Es por
eso que el salmista David dijo: “Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos…”
(Salmo 23: 5). La mesa del Señor está
preparada para nosotros en presencia de nuestros enemigos, ¡porque cuando participamos
del pan y el vino, veremos a nuestros enemigos temblar y dispersarse! ¿Por qué? Porque cuando anunciamos la muerte del Señor a
través de la Comunión de la Santa Cena, ¡estamos recordándole al diablo y a sus
cohortes, de su humillante derrota en la cruz del Calvario! (Colosenses 2:15).
Pensamiento
Del Día
Cada vez que
participamos del pan y el vino, declaramos a los poderes de las tinieblas ¡que la muerte del Señor vale para nosotros y
que la victoria ya es nuestra!
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