Pero
nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la
gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en
gloria, como por el Señor, el Espíritu.
2
Corintios 3:18
Cosas
buenas te suceden cuando miras a Jesús y contemplas Su gloria.
La mujer que tenía un flujo de sangre durante 12 años recibió su sanidad cuando miró a
Jesús. Pedro hizo algo sobrenatural y caminó
sobre el agua mientras miró a Jesús.
Incluso el ciego Bartimeo recobró
la vista cuando “vió” a Jesús y clamó a Él.
¿Qué quiere decir hoy “contemplar a
Jesús”?
Le hice al Señor una pregunta similar
una vez y Su respuesta para mí fue: “Camino a Emaús.” Inmediatamente, supe que Él se refería a la
experiencia que dos de Sus discípulos tuvieron cuando habló con ellos sobre Sí Mismo en las Escrituras mientras caminaba
con ellos en el camino a Emaús. Sus corazones ardían dentro de ellos cuando
Él abría las Escrituras para ellos, mostrándoles cómo las Escrituras estaban
hablando acerca de Él. (Lucas 24:27, 32)
La experiencia energizó a los
discípulos que inicialmente estaban deprimidos, tanto que fueron capaces de
caminar siete kilómetros con Él a Emaús y más tarde, ¡siete kilómetros de
regreso a Jerusalén!
Mi amigo, la forma en que tú
contemplas la gloria de Jesús hoy es viéndolo
en las Escrituras. Él está ahí en las historias, en las
profecías, en las parábolas, en las leyes, en los rituales, e incluso en el
diseño del templo. Cuando tú lo encuentras, las Escrituras
cobran vida. Cuando lo ves, ves Su gloria.
Y mientras contemplas Su belleza,
¡eres transformado de gloria en gloria!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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