… “Hijo mío, tú siempre has
estado conmigo, y todo lo mío es tuyo.”
Lucas 15:31
Después de hacer algunos
mandados para sus padres, un niño se dirigió a su padre y le dijo: “Yo sé por
qué tú y mamá me tuvieron.” “¿Por qué?”
preguntó su padre. “¡Así ustedes tendrían a alguien para hacer
los mandados por ustedes!” exclamó el muchacho.
Al igual que el niño,
¿ves a Dios como un Padre que exige obediencia y servicio de tu parte? ¿Has sentido alguna vez que a menos que le
obedezcas y guardes todos Sus mandamientos, tú no tienes derecho a ser
bendecido por Él?
Jesús compartió la
historia del hijo pródigo para mostrar cómo algunos de nosotros llamamos a Dios
“Padre” y sin embargo, no conocemos Su corazón.
Existen dos hijos en esta parábola.
Sabemos lo que pasó con el hijo pródigo, pero también podemos aprender
algo del hijo mayor. Esto es lo que él
le dijo a su padre cuando descubrió que su padre había ofrecido una fiesta para
celebrar el regreso de su irresponsable y derrochador hermano: “Mira, por tantos años te he servido y nunca
he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un
cabrito para regocijarme con mis amigos.” (Lucas 15:29)
Ahora, este hijo creía
que su padre lo había traído al mundo para que le sirviera. Vio a su padre como alguien que emitía
mandamientos para él todo el tiempo. Y
se vio a sí mismo como alguien que tenía que obedecer esos mandamientos para
disfrutar de su herencia. Pero la verdad
es que el padre ya le había dado su herencia. (Lucas 15:12) El padre incluso le recordó cariñosamente: “Hijo...
todo lo mío es tuyo.” ¡Y yo
estoy seguro de que esa herencia incluía a más de un cabrito!
Como el hijo mayor, ¿has
fallado tú en comprender el corazón de tu Padre? Tu
Padre celestial ya te dio una rica herencia en Cristo cuando te convertiste en
Su hijo. Él quiere que tú sepas que has recibido el Espíritu de adopción. (Romanos
8:15) Así que, llámalo: “¡Abba, Padre!” y
conoce lo mucho que Él te ama. Y debido a que tú eres Su heredero, ¡todo lo
que Él tiene es tuyo, para que lo disfrutes hoy!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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