Porque Tú, oh Señor, bendices al justo,
como con un escudo lo rodeas de Tu favor.
Salmos 5:12
¿Qué es lo que crees y
dices a tus seres queridos todos los días?
Entre los judíos ortodoxos, los viernes por la noche en sus casas, el
padre impone las manos sobre sus hijos y declara las bendiciones de Dios sobre
ellos. ¡No es extraño entonces que los
niños judíos crezcan para ser ganadores en la batalla de la vida! Ellos se convierten en algunos de los más
grandes inventores, banqueros, músicos y artistas del mundo.
Aunque son una raza
minoritaria, los judíos han producido el mayor número de Premios Nobel. Yo creo que es porque ellos bendicen a sus
hijos de la misma manera en que los patriarcas del Antiguo Testamento lo
hacían. Abraham, Isaac y Jacob liberaron
las bendiciones de Dios sobre sus hijos, imponiendo
las manos sobre ellos y declarando las bendiciones. (Génesis 27:27-29,
38-40; 48:14-16)
En el Nuevo Testamento,
los apóstoles declararon bendiciones
sobre las iglesias a las que estaban predicando. A la iglesia en Filipo, Pablo declaró: “Y mi Dios proveerá a todas vuestras
necesidades, conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
(Filipenses 4:19) Juan liberó una poderosa
bendición sobre Gayo cuando dijo: “Amado,
ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena
salud”. (3 Juan 1:2)
Incluso Jesús declaró una bendición de liberación sobre la hija de la mujer
siro-fenicia —“vete; el demonio ha salido
de tu hija”. (Marcos 7:29) Esta fue
una bendición de liberación por Su poder.
La mujer tomó esta palabra por fe
y halló que su hija estaba bien cuando llegó a su casa. (Marcos 7:30) Del mismo modo, el centurión tomó la bendición por fe y vio la
sanidad de su criado cuando regresó a su casa. (Mateo 8:8-13)
Los padres de una niña
hicieron lo mismo, mientras adoraban en nuestra iglesia. Su hija estaba en el hospital en una de las
últimas fases de cáncer. Cuando yo
declaré la bendición de sanidad ese domingo, ellos la recibieron y la
declararon sobre su hija. ¡Pronto, ella
fue dada de alta del hospital, sanada!
Mi amigo, bendice a tus seres queridos. Declara
sobre ellos: “El Señor te bendice y te rodea con Su favor como con un escudo.” Y declara
bendiciones para ti, diciendo: “¡Gracias Señor, Tú sobre satisfaces mis
necesidades y yo poseo un excelente estado de salud!”
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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