Inspiración De Gracia
¿No sabéis que vuestros cuerpos
son miembros de Cristo?... ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1
Corintios 6:15, 19-20
Leí la historia de un hombre de negocios en la ciudad de
Nueva York que se apresuraba a abordar el tren subterráneo de camino al
trabajo, cuando vio a un mendigo con una taza de lápices en sus manos, sentado
en el andén. Sin pensar demasiado en ello, él rápidamente sacó algo
de dinero de su billetera y dejó caer los billetes en el plato de recolección
del mendigo antes de abordar el tren.
Justo antes de que las puertas del tren se cerraran, el
empresario saltó de vuelta al andén y tomó varios lápices de la taza del
mendigo. Él se disculpó con el mendigo y le explicó que por la prisa
se había olvidado de tomar los lápices que había comprado. “Después
de todo”, le dijo, “usted es un hombre de negocios al igual que
yo. Usted tiene mercadería para vender y esta tiene un precio justo.” Después
de eso, el empresario abordó el siguiente tren y siguió con su día.
En un evento social algunos meses después, un vendedor
bien vestido se acercó a este empresario y se
presentó. “Probablemente tú no me recuerdes y yo no sé tu nombre,”
le dijo, “pero nunca te olvidaré. Tú eres el hombre que me devolvió
el respeto por mí mismo. Yo era un ‘mendigo’ que vendía lápices,
hasta que tú llegaste y me dijiste que yo era un hombre de negocios.”
Comparto esta historia contigo para destacar el poder de
la identidad. El empresario le dio a este mendigo un sentido
renovado de autoestima e identidad, al simplemente hablar sobre él y llamar a
existencia un potencial latente que estaba en él.
Al llamar a este mendigo un hombre de negocios, el hombre
despertó en él un sentido renovado de dignidad, valor e
importancia. Las palabras le dieron al mendigo una nueva
perspectiva. Y le dieron una nueva creencia y visión que lo impulsó
a alejarse de la mentira de que todo lo que él podía ser era un mendigo.
Podemos establecer muchos paralelos en esta historia para
los creyentes de nuestro Señor Jesús. Creo que muchos que están
luchando contra el pecado, las adicciones y las ataduras destructivas no tienen
la revelación de su identidad del nuevo pacto en Cristo. Cuando ves
a un creyente que está luchando con el pecado, a menudo es un caso de identidad
equivocada.
La mejor manera de ayudarlo es resaltarle de nuevo su
justificación en Cristo, como lo hizo el apóstol Pablo con aquellos en la
iglesia de Corinto que habían caído en pecado. Pablo no les recalcó
nuevamente a estos creyentes la ley de Moisés. Todo lo que él hizo
fue recordarles quiénes eran ellos verdaderamente.
Vuelve a leer la escritura de hoy. Pablo sabía
que si les recordaba a ellos su identidad de justificados en Cristo, ellos se
arrepentirían. Ellos regresarían a la gracia y se apartarían de sus
pecados cuando se les recordara sobre su valor, según el alto precio que Cristo
había pagado en la cruz para rescatarlos.
Te animo a que uses el método del apóstol Pablo para animar
y levantar a los creyentes que sabes que están luchando con el
pecado. Recuérdales su identidad en Cristo. Ellos
probablemente no saben o han olvidado, cómo fueron justificados delante de Dios
por medio de la sangre de Jesús.
Debido a eso, como el mendigo de la historia, ellos están
viviendo una vida de derrota. Están viviendo muy por debajo del
lugar alto al que Dios los ha llamado. ¡Los creyentes en Cristo
hemos sido llamados a ser la cabeza y no la cola, a estar arriba solamente y no
debajo, a reinar sobre el pecado y no ser derrotados por él!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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