Inspiración De Gracia
“Sobre Mis espaldas araron los
aradores; alargaron sus surcos.” Salmos 129:3
En el versículo
anterior, vemos una imagen agrícola poderosa y bastante gráfica que se usa para
ayudarnos a comprender el sufrimiento violento que nuestro Señor Jesús soportó
para nuestra sanidad.
El Salmo 129 es un
salmo mesiánico, y esta es una imagen de la flagelación por la que pasó Cristo.
Yo estaba leyendo este versículo un día y sentí que el Señor me decía:
“Medita por qué Yo utilicé palabras asociadas con la agricultura.” Eso me
hizo preguntarme: ¿Por qué dijo el Señor: “Sobre Mis espaldas araron”
en lugar de decir golpearon, azotaron o hirieron?
Los aradores
arrastran un arado afilado que excava en el terreno para romper el suelo y
hacer surcos profundos en preparación para sembrar las semillas, como se
muestra en la siguiente imagen. Yo creo que eso fue lo que le pasó a la
espalda de nuestro Señor Jesús. Cuando Él fue azotado por los soldados
romanos, fue como si toda Su espalda hubiera sido arada.
Los surcos hechos
en el suelo por un arado permiten la siembra de semillas y el riego. En
el Salmo 129, los surcos hablan de la flagelación que recibió Jesús para
nuestra sanidad.
Las víctimas de la
flagelación romana eran azotadas con un látigo compuesto por varias correas
largas de cuero incrustadas con fragmentos de huesos rotos, metal y ganchos.
Con cada golpe, las correas se enrollaban alrededor del cuerpo de la
víctima y los fragmentos se alojaban en su carne. Cuando se tiraba, la
carne de la víctima era arrancada y quedaba rasgada, haciendo profundos y
largos surcos en la espalda. Para cuando los verdugos de nuestro Señor
terminaron, creo que no quedaba ni una sola fibra de piel sobre Su espalda.
El Salmo 22, un salmo mesiánico, nos dice que incluso Sus huesos fueron
expuestos y ellos se detuvieron a mirarle. (Salmos 22:17)
No fue una
coincidencia que el lenguaje de la siembra se usó para describir la terrible
flagelación de nuestro Señor Jesús. Los surcos se hacen para sembrar las
semillas. Cuando tú sientes que no tienes fe para creer en sanidad, nuestro
Señor Jesús dice que solo necesitas una fe tan pequeña como una semilla de
mostaza. (Lucas 17:6) No se trata de cuán fuerte sea su fe —simplemente
siembra tus pequeñas semillas de fe en la buena tierra de nuestro Señor.
Cuanto más veas lo que Él ha hecho por ti, más crecerá tu fe y más
experimentarás una cosecha de sanidad.
Cuando Su espalda
fue azotada en surcos, Él estaba permitiendo que se sembrara la semilla para tu
sanidad específica, ya sea presión arterial alta, un tumor o el asma de tu hijo.
Cualquiera que sea la condición que tú o tu ser querido puedan estar
sufriendo, el sufrimiento y el sacrificio de Jesús hablan de cómo el precio por
tu sanidad fue pagado por completo. Esto habla de lo muy amado que eres.
Ahora extiéndete por fe y recibe tu sanidad. ¡E incluso mientras
esperas tu cosecha al cien por ciento, experimenta Su amor por ti como nunca
antes!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph
Prince
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