Inspiración De Gracia
Pues Su divino poder nos ha concedido
todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero
conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia, por medio de
las cuales nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que
por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina. 1 Pedro 1:3-4
Hace algunos años,
fui a Israel con mis pastores y nos presentaron a un creyente judío que se
convirtió en nuestro guía. Él compartió con nosotros cómo fue
milagrosamente protegido de los fuertes disparos durante la cuarta guerra
árabe-israelí en 1973.
Nuestro guía había
crecido creyendo en la Palabra escrita —“Caerán a tu lado mil, y diez
mil a tu diestra; mas a ti no llegará.” Él creía que, independientemente de
quién cayera a su alrededor, esto no le sucedería a él nunca. Por
eso, mientras estaba expuesto cuando las balas pasaban junto a él, él no temió
ni por un momento que alguna de las balas lo alcanzaría.
Por el contrario,
él nos habló de un amigo del ejército que había ido a la academia militar
israelí junto con él. Durante la guerra de Yom Kippur, su amigo le
dijo esto: “Tengo la sensación de que no salvaré esta
guerra. Simplemente siento que voy a morir en esta guerra.” Aunque
nuestro guía le dijo que no dijera esas cosas, su amigo continuó
haciéndolo. Él creía que
moriría en la guerra tanto como nuestro guía creía que él no lo
haría. Lamentablemente, este amigo de hecho murió durante la guerra.
El diablo es
conocido como “el acusador de nuestros hermanos”. (Apocalipsis
12:10) Él siempre tratará de mantenerte ocupado en ti mismo y
atemorizado. ¡Dios quiere que tú estés ocupado en Cristo y en la fe! Es posible que tengas un
amigo de la misma edad que tal vez murió repentinamente de una enfermedad a
pesar de que parecía más saludable que tú. El diablo tratará de
plantar en tu corazón el temor de que tú eres el próximo. A estas
alturas, tú ya sabes qué hacer.
Toma tu escudo de
la fe y declara: “Escrito está —‘Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu
diestra; mas a ti no llegará.’” Sea lo que
“eso” sea —cáncer, enfermedad, accidentes, ataques terroristas— ¡a ti no llegará! Cuando tú
subes a un avión, ese avión no tiene más remedio que aterrizar de forma segura
porque TÚ estás a bordo, ¡Amén!
Amado, el Señor
Jesús sacrificó Su vida en la cruz para que tú puedas pararte firme en Sus promesas y reclamarlas para tu vida. ¡Todas
están completamente pagadas con la sangre de Jesús y el Padre se asegurará de
que tú las disfrutes!
Si no sabes qué
promesas reclamar, puedo animarte a comenzar con las muchas promesas enumeradas
en el Salmo 91. Memoriza el Salmo 91 y cuando estés bajo ataque,
cítalo de la manera en que nuestro Señor Jesús citó las
Escrituras. Medita en el Salmo 91 y déjate fortalecer por esta
oración de protección. ¡Hay tal poder
y autoridad que vienen cuando citas la Palabra de Dios escrita, pura y no
adulterada, y te invito a comenzar a caminar en ese poder y autoridad hoy!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph Prince
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