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martes, 9 de diciembre de 2014

¡El Precio Ha Sido Pagado!

Medita En

Él mismo es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no sólo los nuestros sino también los de todo el mundo.
1ª Juan 2:2
Cuando la culpa y la condenación pesan mucho en la conciencia, muchos sienten la necesidad de pagar por sus pecados.  Para apaciguar el sentimiento de que han fracasado, se castigan a sí mismos, reprendiéndose mentalmente de forma constante por sus errores, y algunos incluso llegan tan lejos como causarse lesiones o dañar su propio cuerpo.  Y cuando las cosas no salen bien en sus estudios, trabajo o relaciones, se dicen a sí mismos que merecen ese resultado negativo.  Ellos no sienten que merecen tener éxito en lo que hacen.
Mi amigo, la respuesta a nuestra conciencia de culpabilidad, fracaso o insuficiencia, es la cruz.  La cruz declara: “Jesús, el puro, inmaculado, amado Hijo de Dios, murió en tu lugar.  ¡Ahí está tu castigo!  Él fue traspasado.  Fue cortado.  Él fue herido por nuestras transgresiones.  Él fue pisoteado para que tú no tengas que ser pisoteado.  Él murió joven, para que tú no tengas que morir joven.”
Nuestra conciencia se satisface cuando vemos hacia la cruz y vemos a Jesucristo colgando ahí, suspendido entre el cielo y la tierra.  Él que no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros, y llevó la totalidad de la santa y justa indignación de Dios en Su propio ser, en nuestro nombre.
Cuando vemos hacia la cruz y entendemos que: “Ahí está mi castigo.  Ahí está mi muerte,” nuestra conciencia dice: “Paz.  Ha sido pagado.”  Nosotros no tenemos que herirnos a nosotros mismos.  No tenemos que golpearnos a nosotros mismos.  Jesús lo sufrió todo por nosotros para que podamos tener todas Sus bendiciones y reinar en la vida.  Él solo es el sacrificio que expía nuestros pecados.  ¡Aleluya! 
Bendiciones,

Joseph Prince


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