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martes, 24 de agosto de 2021

Cayendo De La Gracia

 Inspiración De Gracia


De Cristo os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído.  Gálatas 5:4

¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la frase “ha caído de la gracia”?  Hoy, cuando alguien peca, los ministros dicen que la persona “ha caído de la gracia”.  Sin embargo, curiosamente, cuando el apóstol Pablo escribió a la iglesia de Corinto, él nunca les dijo a los corintios que ellos habían caído de la gracia, a pesar de todos sus pecados.

La escritura de hoy nos da la verdadera definición de “caer de la gracia”.  Esta nos dice que caer de la gracia es caer en la ley, es decir, tratar de ser justificado por obedecer la ley.  Observa aquí que la gracia es un terreno elevado.  En otras palabras, cuando estás bajo la ley, tú has caído del terreno elevado de la gracia.  De igual manera, el propiciatorio en el arca del pacto está puesto por encima de los Diez Mandamientos, por lo que caer de la gracia es volver a los Diez Mandamientos.

Quiero que sepas lo que las Escrituras realmente dicen acerca de caer de la gracia para que no te robes a ti mismo el poder de reinar en la vida.  Cuando tú fallas, no tengas la idea de que “has caído de la gracia” y luego intentes volver a “la buena gracia” de Dios por tus propios esfuerzos.  No, la gracia de Dios no puede merecerse, ganarse, ni justificarse.  Esta solo se puede recibir.  Y tú te conviertes en un buen receptor de Su gracia que te da el poder para reinar en la vida, cuando llegas al final de ti mismo —al final de tus propios esfuerzos por salvarte.  Cuando ves tu necesidad de Jesús, y recibes y descansas en Su obra terminada (especialmente cuando has fallado), es cuando el favor inmerecido de Dios —Su gracia salvadora— se desata en tu vida.

Miriam, que vive en Texas, descubrió que esto era verdadero en su vida:

Pastor Prince, fui una creyente durante mucho tiempo, pero estaba muy frustrada en mi caminar cristiano porque no estaba viviendo una vida victoriosa.  Estaba enojada con la iglesia, enojada con Dios y me cuestionaba de qué se trataba esta vida en Jesucristo.  También estaba enojada con mi familia, particularmente con mi hijo por su comportamiento rebelde.  De acuerdo con las enseñanzas que había recibido y lo que hacía para obedecerlas, se suponía que todo debía estar saliendo bien.

Comencé a tomar caminatas temprano por la mañana y a derramar mi corazón en Dios.  Le dije a Él lo frustrada que estaba y le pedí que me mostrara en dónde me había equivocado.  También le dije que no podía amar a mi hijo por lo que él era.  Así que le pedí a Dios que amara a mi hijo, porque aunque yo no podía, sabía que Él si podía.

Le entregué a Él toda mi ira y comencé a ver mejoras en aquellas áreas en las que había estado luchando.  Le dije a Dios que solo quería vivir la vida que Jesús vino a darme, porque no creía que Jesús hubiera pasado por esa muerte horrible para que yo viviera mi vida derrotada.

Poco después de eso, leí un libro suyo y me di cuenta de que estaba viviendo bajo una combinación de ley y gracia.  Comencé a aprender a mantener mis ojos en la obra terminada de Jesús y a confiar en Él para vivir en el reino.  Nadie me había enseñado jamás sobre la gracia de nuestro Señor Jesús y el amor que el Padre Dios nos dio a través de la obra consumada de Su Hijo, y nunca había entendido lo que es vivir la vida como una nueva criatura en Cristo Jesús.

Desde entonces he aprendido que no se trata de cuánto yo intente creer o cuánto intente ser buena para merecer la gracia de Dios.  Aprendí que es un regalo y mi respuesta ahora siempre es: “Gracias, Padre Dios, por amarme tanto y darme esta abundancia de Tu gracia y el regalo de la justicia a través de Jesucristo”.  Su enseñanza de la gracia de nuestro Señor Jesús ha cambiado mi enfoque para ver el amor de Jesús y Su obra terminada.  ¡El deseo de mi corazón es ser luz en el mundo, representar a Jesús en espíritu y en verdad, y ser transformada a Su imagen por el Espíritu Santo desde adentro hacia afuera!  Y alabado sea Dios, mi relación con mi hijo ha sido restaurada porque permití que Dios Padre lo amara.  Ahora, yo siempre veo a mi hijo a través de Sus ojos.

Amigo, tal como lo hizo Miriam, es hora de que tú salgas de la combinación, la confusión y la derrota.  Es hora de liberarte de la atadura paralizante de todo lo que te ha retenido.  ¿Cómo?  Cayendo en los brazos de la gracia.  La gracia es el terreno elevado sobre el que Dios quiere que tú estés parado.  Solo la gracia de Dios tiene el poder para sacarte del ciclo de pecado y fracaso.  ¡La buena noticia es que hoy, tú puedes abrazar el favor inmerecido, no ganado e injustificable de nuestro Señor, y comenzar a tener dominio sobre el pecado!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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