Inspiración De Gracia
Y
dijo Isaí a su hijo David: “Lleva ahora a tus hermanos un efa de grano tostado
y estos diez panes, y corre al campamento a donde están tus hermanos. Lleva
también estos diez quesos al comandante de los mil...” 1 Samuel 17:17-18
Cuando Dios quiso derribar a un
poderoso gigante que estaba aterrorizando a la nación de Israel, Él envió a
alguien que era débil en la carne. Piensa en ello. A los ojos del mundo, ¿qué podría ser más débil
contra un soldado entrenado y temible que un joven que no tenía entrenamiento
militar formal, ni armadura, estaba vestido con un humilde atuendo de pastor, y
ni siquiera llevaba un arma real más que una honda y cinco piedras lisas de un
arroyo? No es de extrañar que Goliat se
burlara de este joven pastor y de su estrategia. Cuando David entró en el campo de batalla,
Goliat le preguntó con sarcasmo: “¿Acaso
soy un perro, que vienes contra mí con palos?” (1 Sam. 17:43)
Las implicaciones de esta batalla eran enormes. No se trataba solo un duelo o competencia
entre dos individuos. Los israelitas y
los filisteos habían acordado enviar cada uno a un guerrero que representaría a
su nación. El guerrero derrotado
comprometería a toda su nación a convertirse en sirvientes de la otra nación. Sería un eufemismo decir que había mucho en
juego en esta pelea. ¿Y a quién envía
Dios para representar a Israel? En
términos naturales, Él envió posiblemente a la persona menos calificada a ese
campo de batalla en el Valle de Ela.
¡David ni siquiera era un soldado del ejército de Israel! ¿Para empezar, recuerdas cómo terminó este
joven pastor en el campo de batalla? ¡David
estaba allí para entregar pan y queso a sus hermanos que estaban en el ejército!
(1 Sam. 17:17-20) Y, sin embargo, David se
encontró de pie en el campo de batalla como representante de Israel contra el
altivo Goliat. De entregar pan y queso, él
ahora había sido llamado a liberar a toda la nación de Israel.
David estaba en el lugar correcto en el momento correcto
porque se humilló y se sometió a las instrucciones de su padre de entregar pan
y queso a sus hermanos. Amado, esto es
algo que necesitas entender. La sumisión
al liderazgo designado por Dios siempre hará que el favor de Dios fluya en tu
vida, y te encontrarás, como David, ¡en el lugar correcto en el momento
correcto!
La Biblia dice que no debemos despreciar el día de los comienzos
pequeños. (Zacarías 4:10) No hay nada de
glamoroso en entregar pan y queso, pero David no lo despreció. Y eso lo puso en el valle de Ela, con el
viento soplando sobre su cabello —un joven pastor sin experiencia militar
representando a la nación de Israel contra un poderoso gigante que era un
hombre de guerra desde su juventud.
Esto es lo que a Dios le encanta hacer. A Él le encanta tomar las cosas necias y
débiles para avergonzar a las cosas sabias y poderosas del mundo. Por lo tanto, amado, humíllate y sométete a
las autoridades que Dios ha puesto sobre ti. ¡Y mientras eres fiel en llevar a cabo las
pequeñas tareas que se te asignan, Su favor es liberado en tu vida y de pronto tú
puedes encontrarte haciendo grandes hazañas para Dios!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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