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viernes, 27 de agosto de 2021

Seguros En La Mano Del Padre

 Inspiración De Gracia


“Mis ovejas oyen Mi voz, y Yo las conozco y Me siguen; y Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que Me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno”.  Juan 10:27-30

Amigo, si tú no te sientes seguro de tu salvación en Cristo, esto afectará la forma en que vives tu vida como cristiano.  Es por eso que quiero animarte a que tomes como un ancla ciertos pasajes que son muy claros —como el que se encuentra en las Escrituras de hoy.

Ahora bien, ¿acaso no el simple hecho de leer esta promesa en la Palabra de Dios te imparte confianza, certeza y seguridad de tu salvación en Cristo?  Permíteme llamar tu atención sobre la palabra “jamás”.  Esto te va a bendecir.  La palabra “jamás” aquí se traduce de la partícula griega ou me, que es una doble negativa, enfatizando fuertemente el significado de “jamás, ciertamente no, en absoluto, de ninguna manera”.  En otras palabras, una vez que tú eres salvo, ¡tú nunca, de ninguna manera, ciertamente no perecerás!

Cuando las personas ponen en duda la salvación de un creyente, esto revela cómo ellos no valoran con precisión la obra terminada de Jesucristo en la cruz.  Ellos también están tomando a ligera lo que nuestro Señor Jesús sufrió en el Calvario por nuestra salvación, nuestro perdón y nuestra redención.  Yo no sé qué Biblia están leyendo, pero mi Biblia me dice en términos inequívocos que “si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo”. (Romanos 10:9)  Mi Biblia me dice que “nadie las puede arrebatar de la mano del Padre”. (Juan 10:29)  Mi Biblia me dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16)  ¡Eso es lo que dice mi Biblia!

Cuando nosotros tenemos la seguridad de la salvación y sabemos que nada puede arrebatarnos de la mano de nuestro Padre, contrario al dicho de que esto les da a las personas licencia para pecar sin tomar en cuenta a Dios, esto en realidad nos da a nosotros confianza y fortaleza para buscar al Señor, para correr mejor la carrera e ir de gloria en gloria.  Los cristianos que están seguros en el amor del Padre serán transformados por la renovación de sus mentes con el poder de la asombrosa gracia de Dios.  Yo creo con todo mi corazón que los creyentes nacidos de nuevo establecidos en Su gracia quieren vivir vidas que glorifiquen Su santo nombre en cada área de sus vidas.  ¿Por qué?  Porque la gracia no es una enseñanza, una doctrina o una fórmula.  ¡La gracia es una persona y Su nombre es Jesús!

Por eso me gusta usar la frase “la persona de Jesús”.  La gracia está personificada en nuestro Señor Jesús.  Tú puedes relacionarte con Él como una persona.  Puedes hablar con Él, pasar el rato con Él, compartir con Él tus luchas y dificultades, y tener conversaciones realmente buenas, honestas y profundas con Él.  Una vez que tú veas a nuestro Señor Jesús como una persona, y veas toda Su belleza, gloria, gracia, amor y perdón, no hay forma de que quieras vivir un estilo de vida que no glorifique Su santo nombre.  Cuando tú valoras a Jesús en tu vida, tú valoras Su gloria.

Quiero invitarte a meditar en esta escritura poderosa:

Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús, quien se dio a Sí Mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Si un pueblo para posesión Suya, celoso de buenas obras.

—Tito 2:11–14

¡Ese es el resultado de estar bajo la gracia y eso es lo que significa ser parte de la revolución de la gracia!  Al contemplar a la persona de Jesús, la gracia nos enseña a negarnos la impiedad y los deseos mundanos, ¡y nos convertimos en un pueblo celoso de la gloria de nuestro Señor Jesús en nuestras vidas y “celoso de buenas obras”!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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