Inspiración De Gracia
Mas si andamos en la luz, como
Él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de
Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado. 1
Juan 1:7
Déjame contarte una
historia acerca de un niño que solía jugar en el bosque, a poca distancia de la
vieja cabaña en la que vivía. Sus padres eran demasiado pobres para
comprarle algún juguete, así que él tuvo que arreglárselas con cualquier cosa
que encontraba.
Un día, él encontró
una piedra que no se parecía a ninguna otra de las que había
visto. La superficie pulida de la piedra brillaba en sus manos y le
guiñaba un ojo cada vez que la giraba a la luz del sol. Era su
propio tesoro y lo amaba.
El niño no se
atrevió a llevarla a casa ya que no había ningún lugar en la cabaña donde
pudiera esconderla. Él decidió cavar un hoyo profundo debajo de unos
arbustos y esconder allí su preciada posesión.
Al día siguiente,
el niño estaba ansioso por recuperar su piedra y corrió a su escondite tan
pronto como el sol salió. Pero cuando sus dedos finalmente
encontraron la piedra en su escondite fangoso, esta estaba toda cubierta de
barro y sin brillo, sin nada del brillo que él tanto amaba.
El niño llevó la
piedra al arroyo y cuidadosamente la sumergió, permitiendo que la suciedad
fuera lavada. Finalmente, esta estaba limpia otra vez y el corazón
del niño se llenó de orgullo por su preciado hallazgo. Pero demasiado
pronto, llegó el momento de que el niño regresara a casa y tuvo que devolver la
piedra a su escondite.
Todos los días, el
niño se apresuraba al lugar donde había escondido la piedra. Y todos
los días, encontraba su superficie brillante manchada de barro y caminaba una
buena distancia hasta el río, para lavarla.
Esto sucedió
durante un tiempo, hasta que él decidió resolver el problema de forma
permanente. Ese día, cuando era casi la hora de volver a casa, el
niño llevó su piedra a una pequeña cascada y la encajó con cuidado entre dos
rocas, justo en medio del constante flujo de la catarata.
Esa noche, la
piedra experimentó un lavado continuo. Y ese niño no tuvo que
volver a lavar la piedra nunca más. Cada vez que la recuperaba, esta brillaba
en sus manos, completamente limpia.
Amado, cuando tú
naciste de nuevo, te convertiste en una piedra viva que Dios colocó justo
debajo de la catarata de la sangre de Su Hijo. Y la escritura de hoy
nos muestra el efecto de esa limpieza continua de la sangre de Jesús —esta nos
mantiene caminando en el reino de la luz al que Su muerte nos trasladó.
Si buscaras profundo
en los ricos tesoros de la Palabra de Dios, encontrarías que en el griego, el
tiempo de la palabra limpiar en 1 Juan 1:7 denota una acción
presente y continua, lo que significa que desde el momento en el que tú recibes
a Cristo, la sangre de Jesús se mantiene limpiándote.
Es por eso que los
creyentes que han sido trasladados de las tinieblas por la muerte de Jesús, se
mantienen caminando en la luz incluso cuando la pierden y
fallan. Como creyente, tú estás verdaderamente bajo una catarata perpetua
de Su sangre que se mantiene limpiándote de todos tus pecados.
¿Recuerdas ese
pensamiento negativo que tuviste hace unos minutos? Bueno, ¡eso también
eso ha sido limpiado! ¡Todo pensamiento que no es correcto, toda
acción que no es correcta, han sido lavados! ¡Tú te mantienes
siempre limpio y perdonado, y siempre
caminando en Su luz debido a la limpieza continua de la sangre de Jesús!
Amado, creer que tú
necesitas confesar tus pecados todo el tiempo para estar bien con Dios solo te
hará más consciente del pecado. Pero saber que estás constantemente
bajo la catarata de la sangre limpiadora de Jesús te mantendrá consciente del
perdón. ¡Y saber que tú has sido perdonado de todos tus pecados te
dará el poder para reinar sobre todo hábito destructivo y vivir una vida de
victoria!
Viendo a través de
los ojos de la fe,
Joseph Prince
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