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sábado, 14 de mayo de 2022

Tu Respuesta Se Encuentra En Una Persona

 Inspiración De Gracia


¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.  Romanos 7:24-25

La carne en nosotros puede producir toda una gama de emociones y pensamientos, desde derrota, celos, codicia y lujuria hasta ira, inferioridad, condenación y arrogancia.  Mientras estemos en este cuerpo físico, la carne está activa en nosotros.

Pero podemos regocijarnos porque cuando Jesús murió en la cruz, la Palabra de Dios nos dice que Él “condenó al pecado en la carne.” (Romanos 8:3)  Todos los pensamientos negativos y las emociones tóxicas de la carne ya han sido juzgados y castigados en la cruz.  Hoy nosotros podemos experimentar la victoria sobre la carne a través del poder de la cruz.

Puedes leer todo acerca de la lucha del apóstol Pablo con la carne en Romanos 7:18-19: “Porque yo sé que en , es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en , pero el hacer el bien, no.  Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico.”

¿Notaste cuántas veces las palabras “yo”, “mí” y “mi” son mencionadas en los dos versículos anteriores?  Estoy seguro de que puedes identificarte con el apóstol Pablo aquí, en su lucha con la carne.

Esta es la lucha que todos enfrentamos cuando estamos ocupados con nosotros mismos y peleamos con la carne que llevamos dentro.  Es una vida de aflicción, angustia, derrota y desesperación.

No es allí donde Dios quiere que vivas, amigo.  Un creyente no vive en el capítulo 7 de Romanos.  Por medio de Cristo Jesús, nosotros deberíamos estar viviendo en el capítulo 8 de Romanos.  Sigamos leyendo y descubramos cómo Pablo se liberó de esa esclavitud del yo.

Solo unos pocos versículos después, Pablo clama: “¡Miserable de mí!  ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24)  La respuesta, amigo, se encuentra en una persona, y Pablo nos dice que esta persona es Jesús: “Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.” (Romanos 7:25)

Solamente nuestro hermoso Salvador, Jesucristo, puede librarnos de la carne.  Y en Cristo nosotros podemos entrar en el primer versículo del capítulo 8 de Romanos, el cual proclama: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús.”

Es aquí en donde nosotros, como creyentes del nuevo pacto, debemos vivir.  No en el dominio de la lucha constante y la desesperación, sino en el dominio de la no condenación y la victoria.

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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