Donde Jesús
entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo
Sacerdote para siempre.
Hebreos
6:20
Jesús es nuestro Sumo
Sacerdote para siempre. Este aspecto “para siempre” cambia la manera
en que somos bendecidos y la manera
en que recibimos nuestras bendiciones
de parte de Dios. Como nuestro Sumo
Sacerdote, Jesús nos representa delante
de Dios. Ya que Su sacerdocio es
según el orden de Melquisedec, el cual es de
justicia, Su justicia se vuelve
nuestra justicia, para siempre. Esto significa que ante los ojos de Dios, ¡nosotros somos justos para siempre!
Y ya
que Él nunca va a morir, sino que continuará como nuestro Sumo Sacerdote para
siempre, nosotros tenemos una justicia eterna,
no simplemente una justicia que está aquí hoy pero mañana no está, porque se
basa en nuestras obras. No, nosotros tenemos una justicia perpetua y
eterna, porque Jesús es nuestro Sumo
Sacerdote para siempre.
Esto
también significa que las bendiciones
están perpetuamente sobre tu cabeza, porque la Biblia dice que, “hay bendiciones sobre la cabeza del justo”
(Proverbios 10:6), ¡y tú eres justo para
siempre!
A
diferencia del sacerdocio según el orden levítico, que bendice al igual que
maldice, el sacerdocio de Jesús de acuerdo al orden de Melquisedec, solamente bendice. No hay maldición en éste, solo bendición —¡por siempre y para siempre!
Y ya
que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote
para siempre, las bendiciones no vienen a nosotros como gotas intermitentes,
sino como ríos sobre nuestras vidas,
en un fluir que nunca se acaba. Debido a que Él es nuestro Sumo Sacerdote
para siempre, nosotros no podemos
detener Sus bendiciones, nunca.
Siendo
nuestro Sumo Sacerdote para siempre, Jesús también toca las bendiciones que Él
nos da, con el efecto “para siempre.” Él toca nuestras vidas y nosotros recibimos vida eterna. Él toca nuestro ministerio y su impacto se vuelve eterno. Y mientras más
veamos que Su sacerdocio tiene el efecto “para siempre,” más permanentes serán nuestras bendiciones.
Verdaderamente,
no hay nada temporal acerca de lo
que Jesús, nuestro Sumo Sacerdote
hace. No es un caso de bendito hoy,
maldito mañana. Las bendiciones que
recibimos son seguras y firmes
porque Jesús es nuestro Sumo Sacerdote hoy, mañana y siempre.
Así
que, ¡alégrate porque Jesús, tu Sumo
Sacerdote, cambia la manera en que tú eres bendecido para siempre!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
Pensamiento Del Día
Las bendiciones de Dios
son seguras y firmes porque Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, hoy, mañana y
siempre.
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