Al que no
conoció pecado, le hizo pecado por nosotros,
para que fuéramos hechos justicia
de Dios en El.
2ª
Corintios 5:21
Cuando
un israelita ofrece un animal como ofrenda
por su pecado, él pone su mano sobre este antes de matarlo. (Levítico
4:1-4) Al poner su mano sobre la ofrenda
por pecado, sus pecados se transfieren al
animal inocente. El animal muere por sus pecados y él se va libre.
En
contraste con esto, si la ofrenda es un holocausto,
cuando el israelita pone su mano sobre el animal (Levítico 1:3-4), la belleza, dignidad y aceptación
del animal sin defecto, se transfieren a
él. Dios acepta la perfección del animal sacrificado en su lugar, para hacer
expiación por él. Debido a que Dios acepta el holocausto
ofrecido sin defecto, el ofrendante ahora tiene derecho a estar delante de
Dios.
¿Sabías
que las dos ofrendas hablan de la ofrenda
única que Jesús hizo de Sí Mismo cuando colgaba de la cruz? Él es
ambas ofrendas, nuestra ofrenda por
pecado y nuestro holocausto —“Al que
no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros [como nuestra ofrenda por
pecado], para que fuéramos hechos
justicia de Dios en Él [como nuestro holocausto].” En el momento en que pusiste tu fe en Él, tus pecados fueron transferidos a Él, y Su justicia fue transferida a ti, a causa de Su sacrificio
único. ¡Esa es la gracia de Dios para ti!
Como
nuestra ofrenda por pecado, Él se
ofreció a Sí Mismo de una vez para siempre. (Romanos 6:10) La ofrenda por pecado nunca fue un
ofrecimiento diario porque Dios no quería
que Su pueblo viviera consciente de pecado.
Sin embargo, el holocausto era un sacrificio de la mañana y de la noche
(2ª Crónicas 13:11), porque Dios quería que Su pueblo viviera consciente de su justicia.
Amado,
Dios quiere que tú reclames diariamente a Jesús como tu
holocausto, y digas: “Padre, te doy gracias porque Jesús es mi holocausto. Todo lo que Jesús es delante de Ti –Su
justicia, excelencia, belleza y perfección– han sido transferidas a mí. Jesús tiene despejado Tu favor, así que yo disfruto Tu favor despejado en mi
vida. Jesús es la justicia de Dios, así
que yo soy la justicia de Dios en
Cristo. Así como Él es delante de Ti, yo también soy.”
Ya que
Jesús se convirtió en tu holocausto,
lo que Él es para el Padre hoy, ¡tú también eres! Eso es lo que significa estar en Cristo.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
Pensamiento Del Día
Todo lo que Jesús es
delante del Padre –Su justicia, belleza y perfección– han sido transferidos
para ti.
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