Medita En
Su paladar, dulcísimo, y todo Él, deseable. Éste es mi amado y éste
es mi amigo, hijas de Jerusalén. (Cantar
de los Cantares 5:16)
Jesús es alguien con quien tú puedes ser completamente
real. Puedes salir con Él y ser tú
mismo, sin pretensiones ni actuaciones. Jesús es siempre amante de ti y puedes
hablar con Él de todas las cosas. Él
disfruta conversar contigo acerca de tus sueños, aspiraciones y esperanzas. Él quiere sanarte de cosas en tu pasado con
las que puedes estar luchando. Él está
interesado en tus problemas actuales. Él
quiere llorar contigo cuando estás triste y alegrarse contigo en todas tus
victorias.
Jesús es el amor y la ternura personificados. Ten cuidado de no confundir Su ternura con la
imagen afeminada y débil con la que lo representan en algunas pinturas
tradicionales. Él es ternura y fuerza
envueltas en uno. Él es mansedumbre y
majestad, humanidad y deidad, terciopelo y acero. Verás, algunas veces, cuando nosotros intentamos
ser asertivos y fuertes, hacemos pedazos los sentimientos de las personas y
terminamos lastimándolos con nuestras palabras. Cuando intentamos ser tiernos, caemos en una
sobredosis de amabilidad que nos reduce a meros juguetes de felpa de los que
otros se aprovechan.
Apartémonos de
nosotros mismos y busquemos a Jesús.
Él pudo forzar duramente a un grupo de
fariseos intrigantes a retroceder en un caso, cuando los desafió al decir: “El que de vosotros esté sin pecado sea el
primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7) En el momento siguiente, este mismo Jesús miró
directamente a los ojos a una mujer quebrantada que había sido atrapada en
adulterio y con tal compasión que resonaba profundamente en Su voz, le preguntó:
“Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó?... Ni Yo te condeno; vete, y no peques más”. (Juan 8:
10–11).
¡Este es nuestro Dios!
En un momento, un
Jesús cansado estaba profundamente dormido en una barca de pescadores que era
barrida por el viento, ajeno a la bravura de las aguas de Galilea que se
estrellaban contra la infortunada barca.
Pero en el momento siguiente, podemos verlo mirando resueltamente el
azote las olas y Sus bien formados brazos de carpintero levantados hacia el
cielo. Y con esa única declaración de Su autoridad absoluta sobre el cielo y
la tierra, las olas se sometieron y se calmaron instantáneamente en un plácido
espejo de quietud. (Marcos 4:37–39).
Jesús es 100% hombre y al mismo tiempo 100% Dios. Como Hombre, Él comprende y se identifica con
todo lo que tú has pasado, estás pasando y con lo que pasarás en esta vida. Pero como un Dios amante, todo Su poder, autoridad y recursos están de tu lado. Amado, sea lo que sea que estás enfrentando
hoy, permite que tu corazón descanse en
Su amor perfecto por ti.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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