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martes, 19 de marzo de 2019

Jesús, Nuestro Héroe Perfecto

Medita En
Su paladar, dulcísimo, y todo Él, deseable. Éste es mi amado y éste es mi amigo, hijas de Jerusalén.  (Cantar de los Cantares 5:16)
Jesús es alguien con quien tú puedes ser completamente real.  Puedes salir con Él y ser tú mismo, sin pretensiones ni actuaciones.  Jesús es siempre amante de ti y puedes hablar con Él de todas las cosas.  Él disfruta conversar contigo acerca de tus sueños, aspiraciones y esperanzas.  Él quiere sanarte de cosas en tu pasado con las que puedes estar luchando.  Él está interesado en tus problemas actuales.  Él quiere llorar contigo cuando estás triste y alegrarse contigo en todas tus victorias.
Jesús es el amor y la ternura personificados.  Ten cuidado de no confundir Su ternura con la imagen afeminada y débil con la que lo representan en algunas pinturas tradicionales.  Él es ternura y fuerza envueltas en uno.  Él es mansedumbre y majestad, humanidad y deidad, terciopelo y acero.  Verás, algunas veces, cuando nosotros intentamos ser asertivos y fuertes, hacemos pedazos los sentimientos de las personas y terminamos lastimándolos con nuestras palabras.  Cuando intentamos ser tiernos, caemos en una sobredosis de amabilidad que nos reduce a meros juguetes de felpa de los que otros se aprovechan.
Apartémonos de nosotros mismos y busquemos a Jesús.  Él pudo forzar duramente a un grupo de fariseos intrigantes a retroceder en un caso, cuando los desafió al decir: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7)  En el momento siguiente, este mismo Jesús miró directamente a los ojos a una mujer quebrantada que había sido atrapada en adulterio y con tal compasión que resonaba profundamente en Su voz, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?... Ni Yo te condeno; vete, y no peques más”. (Juan 8: 10–11).
¡Este es nuestro Dios!
En un momento, un Jesús cansado estaba profundamente dormido en una barca de pescadores que era barrida por el viento, ajeno a la bravura de las aguas de Galilea que se estrellaban contra la infortunada barca.  Pero en el momento siguiente, podemos verlo mirando resueltamente el azote las olas y Sus bien formados brazos de carpintero levantados hacia el cielo.  Y con esa única declaración de Su autoridad absoluta sobre el cielo y la tierra, las olas se sometieron y se calmaron instantáneamente en un plácido espejo de quietud. (Marcos 4:37–39).
Jesús es 100% hombre y al mismo tiempo 100% Dios.  Como Hombre, Él comprende y se identifica con todo lo que tú has pasado, estás pasando y con lo que pasarás en esta vida.  Pero como un Dios amante, todo Su poder, autoridad y recursos están de tu lado.  Amado, sea lo que sea que estás enfrentando hoy, permite que tu corazón descanse en Su amor perfecto por ti.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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