recibe pequeños mensajes de gracia todos los días

domingo, 24 de marzo de 2019

Tu Respuesta Se Encuentra En Una Persona

Medita En
¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.  (Romanos 7:24–25, NTV)
La carne en nosotros puede producir toda una gama de emociones y pensamientos, desde la derrota, los celos, la codicia y la lujuria hasta la ira, la inferioridad, la condenación y la arrogancia.  Mientras estemos en este cuerpo físico, la carne estará activa en nosotros.
Pero podemos regocijarnos porque cuando Jesús murió en la cruz, la Palabra de Dios nos dice que Él “condenó el pecado en la carne”. (Rom. 8:3)  Todos los pensamientos negativos y las emociones tóxicas de la carne ya fueron juzgados y castigados en la cruz.  Hoy nosotros podemos experimentar victoria sobre la carne por medio del poder de la cruz.
Puedes leer todo acerca de la lucha del apóstol Pablo con la carne en Romanos 7:18–19: “Porque yo sé que en , es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en , pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico.”
¿Notaste cuántas veces se mencionan las palabras “yo” y “mi” en los dos versículos anteriores?  Estoy seguro que puedes identificarte con el apóstol Pablo en su lucha con la carne.  Es la lucha que todos enfrentamos cuando estamos ocupados en nosotros mismos y batallamos con la carne en nuestro interior.  Es una vida de aflicción, angustia, derrota y desesperación.
Pero no es allí donde Dios quiere que vivas, amigo.  Un creyente no vive en el capítulo 7 de Romanos.  Por medio de Cristo Jesús, nosotros deberíamos estar viviendo en el capítulo 8 de Romanos.  Leámoslo y vamos a descubrir cómo Pablo se liberó de esa esclavitud del yo.
Sólo unos pocos versículos después, Pablo grita: “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” (Rom. 7:24).  La respuesta, amigo mío, se encuentra en una persona, y Pablo nos dice que esta persona es Jesús: “Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”. (Rom. 7:25)
Solo nuestro hermoso Salvador, Jesucristo, puede librarnos de la carne.  Y en Cristo nosotros podemos adentrarnos en el primer versículo del capítulo 8 de Romanos, que proclama: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús”.  Aquí es donde nosotros, como creyentes del nuevo pacto, debemos vivir.  No en el dominio de la lucha constante y la desesperación, sino en el dominio de la no condenación y la victoria.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

No hay comentarios:

Publicar un comentario