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viernes, 8 de noviembre de 2019

La Batalla Es Real


Medita En
Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, a ti no se acercará. Con tus ojos mirarás y verás la paga de los impíos.  (Salmos 91:7–8)
Imagina que estás en un campo de batalla y todos los soldados a tu alrededor están siendo asesinados.  Por un lado, ves caer a mil.  Por el otro, diez mil se derrumban uno por uno al suelo.  Escuchas los gritos cuando las balas encuentran sus objetivos.
Es una imagen inquietante y le agradezco a Dios que la mayoría de nosotros no haya tenido que experimentar los horrores de estar en una zona de combate físico.  Pero eso no significa que no estemos bajo ataque, ni que no veamos a la muerte reclamando a sus víctimas a nuestro alrededor.
Somos atacados diariamente por todas direcciones con noticias trágicas, informes médicos y ataques del diablo lanzados contra nosotros.  Y todos los días, vemos víctimas a nuestro alrededor mientras leemos sobre personas que mueren en accidentes, ataques o enfermedades.  Por favor, comprende que yo no estoy sugiriendo de ninguna manera que tales sucesos equivalen a las experiencias de aquellos que pueden haber estado en guerras.  Lo que quiero establecer es que los creyentes estamos en una guerra espiritual y no debemos desconocer las tácticas del enemigo.
Cuando el enemigo te ataca, ¿reconoces sus armas?  Los proyectiles que él dispara pueden no llevar puntas de flecha, ni estar llenos de pólvora, pero no son menos mortales.  Sus armas llegan en forma de pensamientos que te paralizan y temores que aplastan.  Cuando escuchas sobre un accidente de avión y te paraliza la idea de que tu próximo viaje en avión podría ser el último, se te ha disparado.  Cuando lees sobre un tiroteo en una sala de conciertos y temes acercarte a una en caso de que te suceda lo mismo, una “bala” se ha alojado en tu mente.
Hoy, quiero enseñarte y equiparte para combatir estos pensamientos de opresión.  Desafortunadamente, muchos creyentes que experimentan estos pensamientos oscuros, les permiten echar raíces y crecer.  Los riegan con preocupación, los fertilizan con ansiedad y les permiten tomar el sol alojándolos por horas en su mente.  ¿Cómo?  Considerando esos malos pensamientos una y otra vez, y dejándolos seguir y seguir como un disco rayado.  Como resultado, estos creyentes no pueden dormir, sufren ataques de pánico crónicos e incluso pueden desarrollar afecciones autoinmunes y psicosomáticas.  Lo que comienza en la mente puede arraigarse en el corazón e incluso puede provocar efectos adversos en tu cuerpo físico.  Cuando esos pensamientos negativos surjan en tu camino, ¡no debes darles tiempo para echar raíces!

Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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