Medita En
Mientras oraba, Gabriel, a quien había visto en la visión anterior,
se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio vespertino. Él me explicó:
«Daniel, he venido hasta aquí para darte percepción y entendimiento. En cuanto
comenzaste a orar, se dio una orden y ahora estoy aquí para decírtela, porque
eres muy precioso para Dios… (Daniel 9:21–23, NTV)
El Salmo 103:20 nos dice que los ángeles obedecen “la voz de Su palabra”. ¿Quién
le da voz a la Palabra de Dios? Lo haces
TÚ. Cada vez que tú citas las Escrituras
en voz alta, le estás dando voz a Su Palabra y los ángeles responderán. Cuando tú dices: “Padre, te doy gracias porque
hoy no me sucederá ningún mal y ninguna plaga o enfermedad se acercará a mi
morada”, los ángeles escuchan la voz de la Palabra de Dios que se está hablando.
Los ángeles no pueden leerte la mente —¡así que habla Su Palabra!
Quiero animarte a
estudiar la Palabra de Dios y a memorizar algunos versículos. Y cuando te sientas abrumado por el temor,
aprende a hablar la Palabra de Dios.
El poder de Dios permanece inactivo
hasta que tú lo expresas. Cuando lo
haces, este se hace real y poderoso en tu situación, y va en contra de lo que sea que estás enfrentando.
Hebreos 1:14 dice que
los ángeles de Dios son “todos ellos,
espíritus ministradores, enviados para
servir por causa de los que heredarán la salvación”. Observa que no dice “servir a” sino “servir por causa de” aquellos que
heredarán la salvación (esto se refiere a los hijos de Dios —tú y yo). Esta es una distinción importante —“servir por
causa de” significa que ellos están esperando nuestras instrucciones. Es necesario que nosotros hablemos para
activarlos. Ellos están esperando que
hablemos para responder a nuestras
palabras; ellos no van a buscar automáticamente todas las necesidades que tenemos.
Tú activas a los
ángeles cuando declaras: “Él te libra del
lazo del cazador y de la pestilencia mortal”. Pon en movimiento a tu ejército celestial, al
proclamar: “Aunque caigan mil a tu lado y
diez mil a tu diestra a ti no se acercará”.
Nuestro Señor Jesús Mismo demostró la importancia de hablar en voz
alta la Palabra de Dios cuando en el desierto dijo tres veces: “Escrito
está” y citó la Palabra de Dios. ¡No
sé tú, pero yo tengo la intención de hablar la Palabra de Dios!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
No hay comentarios:
Publicar un comentario