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jueves, 7 de noviembre de 2019

Tu Refugio Y Fortaleza


Medita En
Diré yo al Señor: “Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios en quien confío.  (Salmos 91:2)
¿Qué estás diciendo del Señor hoy?  Si estás diciendo que Él te dio el problema en el que estás actualmente o una enfermedad para enseñarte humildad, es hora de cambiar lo que crees acerca de Él.  Si tú realmente crees que Dios es el autor de tus problemas, ¿en verdad correrías hacia Él en busca de ayuda?
Amigo, seamos como el salmista que declaró: Diré yo al Señor: ‘Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios en quien confío’”.
La palabra hebrea para “refugio”, machaceh, se refiere a un refugio contra tormentas y peligro.  Este refugio es como los bunkers que muchos judíos tienen en sus hogares en Israel hoy para protegerlos de los ataques a pequeña escala.  En sentido figurado, cuando tú dices que el Señor es tu machaceh, también estás declarando que Él es tu lugar de esperanza.
El Señor también es tu fortaleza.  En hebreo, la palabra usada para “fortaleza” es matsuwd.  Ésta se refiere a un castillo o fortaleza, un lugar de defensa y protección contra los ataques a gran escala.  ¿No es esta una imagen hermosa?  Lo que sea que tú puedas estar pasando ahora, puedes declarar que el Señor es tu refugio y tu fortaleza —tu protección tanto en ataques pequeños como en ataques mayores.
Quizás no has estado diciendo que Dios está detrás de tus problemas.  Quizás no estás diciendo nada en absoluto acerca del Señor.  Quizás Dios parece estar muy lejos y te sientes separado de Él.  Si ese eres tú, ¿puedo animarte a tomarte hoy un descanso de lo que tengas en tu lista de pendientes y simplemente tomar tiempo para habitar en Su dulce presencia?  Dios no está distante; a veces nosotros simplemente estamos bastante distraídos para escuchar Su voz o sentir Su amorosa presencia.
Toma un momento y mírate a ti mismo bajo Su abrigo.  Mora bajo Su sombra.  Saborea Su favor.  Recibe Su sabiduría.  Y halla descanso para tu alma angustiada.  El sentimiento de estar distante de Dios es solo un sentimiento, nada más.  Él ha prometido en Su Palabra que Él nunca te dejará ni te abandonará. (Ver Heb. 13:5)  Nuestro Señor Jesús pagó para que tú tengas acceso a la constante presencia de Dios.  En la cruz, Él gritó: ”Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?”  Cuando Dios le dio la espalda. (Mateo 27:46)  Él tomó nuestro lugar y fue rechazado por Dios cuando cargó nuestros pecados, para que hoy nosotros podamos tomar Su lugar de estar a la presencia constante del Padre y tomarlo como nuestro refugio y fortaleza.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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