Y vio su amo [Potifar] que el Señor estaba con él y que el Señor
hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía. (Génesis 39:3)
¿Conoces a alguien que
esté en una situación peor que la de José cuando él estaba desnudo en un
mercado egipcio, esperando ser vendido como esclavo? Todo su mundo parecía haberse derrumbado a su
alrededor. Solo unos días antes, él estaba
siendo abrazado por su padre, pero ahora, sus propios hermanos lo habían
traicionado. Todo lo que poseía le había
sido despojado. Él había sido reducido a
nada más que un esclavo en una tierra extranjera.
¿Era este el final de
José? En el esquema natural de las
cosas, parecía que lo era. Pero incluso con
las probabilidades aumentando en contra de José, el Señor estaba lejos de haber
terminado. ¡Incluso en esta terrible
situación, el Señor estaba con José, y en esta coyuntura oscura y desolada en
la vida de José, el Señor lo llamó un hombre exitoso! (Génesis 39:1–2) Recuerda, no es lo que tienes. Es a quien
tienes lo que marca la diferencia.
“¿Cómo puede el Señor
hacer que un joven esclavo sin un solo centavo o posesión a su nombre tenga
éxito?”
Bueno, continuemos con
la historia de José. Génesis 39:3 nos
dice: “Y vio su amo [Potifar] que el
Señor estaba con él [José] y que el Señor hacía prosperar en su mano todo lo
que él hacía.” Esta es una
declaración poderosa y ofrece la promesa de que puedes creerle a Jesús en cada
área de tu vida. ¿Puedes imaginar que cada
proyecto, asignación e incluso las diligencias que emprendas sean prosperadas? Tus manos convertidas en manos de bendición.
Cuando tocas a los miembros
de tu familia, ellos son bendecidos. Tu
empresa puede estar luchando con el manejo de un proyecto difícil, pero una vez
éste es puesto en tus manos, el proyecto se vuelve bendecido. ¡Tú te conviertes en una bendición que está esperando
ocurrir para alguien y para algo, a donde sea que vayas!
Ahora, ¿cómo va a suceder
esto? El Señor Jesús hará que suceda cuando tú dependas de Él de la misma
manera en que José dependía de Él. José
no tenía nada. Él no podía confiar en
sus habilidades o experiencia (nunca antes había sido un esclavo), ni podía
confiar en sus conexiones naturales (su padre estaba fuera de escena porque
creía que José había sido asesinado por un animal salvaje). ¡Todo
lo que José tenía era la presencia del Señor y él dependía del Señor para la
manifestación de Su presencia, Su poder y Su gloria a través de él!
¡Eso es lo que tú y yo
necesitamos —una manifestación de Su
presencia en todo lo que hacemos! Verás, una cosa es tener Su presencia (todos
los cristianos tienen Su presencia porque lo han aceptado a Él como su Señor y
Salvador personal), pero cuando Su presencia se hace manifiesta en tu vida,
allí es cuando Su gloria brilla a través
de ti.
Amigo, Dios quiere
hacer que todo lo que tú hagas prospere, tal como lo hizo por José. ¡Obsérvalo este día dirigiéndote, bendiciéndote,
y aumentando tu efectividad!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
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